martes, 31 de julio de 2018

LA MELODÍA MÁS BELLA



Anoche, antes de irme a la cama, asomé la cabeza por la puerta entreabierta de tu habitación. Era tarde y ya estabas dormida. Me quedé allí, contemplándote, como si fuera la primera vez. Me pregunté qué estarías soñando y deseé por una milésima de segundo estar yo también dormida y compartir parte de tus sueños, asegurarme de que todo lo que soñaras fuera alegre, espantar los fantasmas de la madrugada y convertirlos en ángeles de la guarda como los de aquella oración que repetíamos hace mucho cada noche antes de ir a dormir.


Recuerdo que cuando eras pequeñita me gustaba sentarme al lado de tu cuna y verte dormir, con esa expresión serena que tienen a menudo los niños recién nacidos. 


Me quedaba embobada mirándote. Tú dormías plácidamente boca arriba y con las manitas extendidas a ambos lados de la cabeza y la carita relajada, en ocasiones con una sonrisa. 


Algunas veces, cuando no te escuchaba respirar te agarraba la mano para asegurarme de que estabas bien. Lo hacía con miedo de que no te fueras a despertar, con una incertidumbre que se convertía en alivio cuando te movías.
  
¡Veinte años, ya han pasado veinte años!

Veinte años desde aquella madrugada en la que también pasé por esa misma habitación, sin nadie entonces. Encendí la luz y acaricié con la mirada cada rincón imaginando cómo sería cuando llegaras tú. Me toqué la tripa en un intento por parar todas las patadas que me estabas dando esa noche. Poco después supe que no eran patadas. No era consciente en aquel momento de que esa sería la última vez que la veía vacía.

Dice el tango que «veinte años no es nada».

No es nada y lo es todo.
Para ti, toda una vida.
Para mí, una gran parte de ella.

Cada noche, antes de irte a la cama tu padre y yo te contábamos un cuento, uno sacado de un libro de 365 cuentos que compramos en una feria del libro. Uno para cada noche. Conforme fuiste creciendo los hábitos de lectura cambiaron. Después compartíamos lectura. Me metía un ratito en la cama contigo y tu leías un párrafo de un libro y yo otro hasta que se te cerraban los ojos.

Poco a poco se fue reduciendo el tiempo de lectura conjunta y más adelante esos momentos que habían creado  un vínculo especial dejaron de existir.

Hay veces en las que los echo de menos.

Sin embargo, la complicidad no se marchó nunca y la seguimos manteniendo cuando nos miramos, cuando algo nos hace gracia y no paramos de reír. Me gusta reír contigo, aunque a veces lo hagamos en el momento menos oportuno, aunque tu padre tenga que separarnos para que no nos comportemos como niñas.

A mí me gusta sentirme de nuevo niña y verte a ti todavía como tal.

Hace que el tiempo pese menos y las ausencias sean más ligeras. Por desgracia no siempre puede ser así y hay que convivir con ellas, deseando que aquellos que se fueron antes de tiempo estén pendientes de nosotros desde algún lugar en el cielo.

Muchas veces, asomada a la ventana del salón me invade un deje de nostalgia cuando veo el parque sin vida. Apenas hay niños ya jugando en los columpios. Me acuerdo de aquellas tardes sentada yo en un banco y tú jugando con el cubo y la pala en la arena. Entonces había arena en el parque. Después lo quitaron y el parque dejó de tener encanto. Seguimos yendo, pero ya no era lo mismo. Los niños se convirtieron en adolescentes y dejaron de bajar por el tobogán para sentarse en él a chatear con el móvil.

¡Veinte años!

Cuántas cosas han pasado y las que quedan por pasar. Unas buenas, otras menos.
Como hasta ahora.
Como siempre.

Habrá más eclipses de luna como el de hace unas noches.
A lo mejor no volvemos a ver ninguno.

Habrá miles de tormentas, pero ninguna será como la que cayó aquel 31 de julio, justo cuando nacías.

Seguirá saliendo el sol cada mañana y cada día me dirás que no sirve de nada que tenga un teléfono móvil si siempre lo llevo apagado. Me dirás que el día que te pase algo no me enteraré. Yo estoy segura de que lo haré antes de que me llames por teléfono. Mientras, continuarás llamándome, aunque no tengas nada importante que decirme y a mi me encantará que lo hagas.

Dice tu padre que le da pena cuando te mira y te ve tan mayor, cuando recuerda tus primeros pasos y tus primeras palabras. Yo sigo viendo a aquella niñita a través de tus ojos.

Siempre serás nuestra chiquitina.

Aquel 31 de julio era viernes.

No recuerdo que música sonaba el verano de 1998.

En el momento en que oí tu primer llanto supe que nunca escucharía una melodía más bella.

Anoche mientras te miraba pensé que nunca escribiré unos versos más brillantes porque tú eres el mejor poema que haya escrito jamás.

domingo, 29 de julio de 2018

EL MENSAJERO DEL MÁS ALLÁ. BEGOÑA MEDINA.


TITULO: EL MENSAJERO DEL MAS ALLÁ.

AUTORA: BEGOÑA MEDINA

GÉNERO: ROMANCE PARANORMAL/SUSPENSE





SINOPSIS:

La rutina que devoraba a Arlet (madre, divorciada, sin pareja, con trabajo estable) se ve interrumpida por una serie de fenómenos paranormales en su casa.

Su hija de diez años recibirá la visita de un joven fantasma que trae consigo una serie de mensajes escalofriantes; entre ellos, su muerte.

Tras contactar con un extraño y atractivo espiritista sin pareja ni trabajo conocidos, vivirán una contrarreloj por descodificar los mensajes del Más Allá y evitar la muerte a toda costa. ¿Lo conseguirán?

A veces, el miedo no lo provoca un demonio sino los actos viles de los hombres.

Secretos ocultos, asesinatos, misterios, amor y drama.

OPINIÓN PERSONAL:

Empecé a leer El mensajero del más allá una calurosa noche de julio, una de esas noches en las que es imposible dormir y no se hace más que dar vueltas en la cama. Una de tantas madrugadas insomnes sin razón aparente en las que el calor se erige protagonista de una función que no existe.

Me levanté y me asomé a la ventana del salón. A lo lejos se oían los aspersores regando la hierba del parque. Saqué un poco más la cabeza para ver si me llegaba algo del frescor del agua pero no hacía ni una gota de aire.

Los grillos tampoco dormían.
Por la noche nunca hay silencio absoluto.
A veces, dentro de mi cabeza tampoco.
Las ideas bullen.
La noche las llama.

Por esa razón suelo escribir a esas horas, para liberar el peso de la mente y dejar constancia de cuanto pienso en un papel. 
De esa forma no queda relegado al olvido.
Esa vez decidí leer.

El comienzo es potente. Con un párrafo inicial en presente, la autora advierte, aconseja, se dirige directamente al lector, consciente de que así captará su atención y crea una incertidumbre que invita a seguir leyendo.

Leía con ansiedad, casi con angustia, dejándome llevar por los sentimientos de Arlett y trasladándome al centro de la acción, al escenario de la vida del personaje principal, a un lugar que me asustaba pero me atraía. Siempre en un intento por alejarme de cuanto me rodeaba.

Es una novela que se lee en poco tiempo ya que sus diálogos concisos y directos unidos a una forma de narrar sencilla con párrafos no demasiado largos y combinando frases cortas con otras más largan consiguen darle un ritmo ágil. Ello hace que se continúe leyendo, que se quiera más. El vocabulario empleado, fácil de entender, también ayuda.

Es el segundo libro que leo de esta autora. El primero fue El príncipe de Arabia, una novela juvenil a caballo entre la realidad y la fantasía.

Tenía curiosidad por ver cómo se había desenvuelto en esta novela con un cambio de registro tan grande. La verdad es que se ha adaptado muy bien. Suponía un gran reto pero ha demostrado que se mueve perfectamente en terrenos completamente diferentes. Da un giro en en su manera de escribir, de expresarse, ya que en este caso se dirige a un lector adulto y el tono es completamente distinto, además de la temática. Se adentra en un mundo paranormal de acontecimientos extraordinarios a los que se intenta buscar una explicación.
A veces, no la hay de forma aparente, sin embargo somos reticentes a creer en aquello que no es tangible.

Cuenta Begoña que escribió El mensajero del más allá, novela con tintes paranormales con la que participa en el concurso de Amazon, porque siempre le ha interesado mucho este tema en el que ha ido profundizando y sobre el que ha recabado información a lo largo de los años. Cuando decidió escribir una novela para adultos tuvo muy claro el argumento ya que quería sorprender tratando un asunto que tanto le fascina.

La autora crea inquietud, intriga, sugiere y emociona con esta obra escrita en tercera persona y en tiempo pasado.

«Viró y su espalda ancha desapareció de su vista. Se tapó con la sábana y echó un último vistazo a su hija. Parecía tranquila. Su respiración ya no era agitada. Esa noche no apagó la luz. Se sentía más segura con ella.»
«Begoña Medina / El mensajero del más allá.»

A la noche siguiente, volví a coger el libro. No suelo leer novelas de terror o con fenómenos paranormales por la noche, tampoco veo películas. Conciliar el sueño después suele ser una tarea titánica, a pesar de saber que todo es ficción. No obstante, esta vez lo hice. En parte porque no había podido durante el día y por otro lado necesitaba saber qué ocurría, sentía ansiedad por llegar al desenlace, por saber si cuanto había pasado por mi cabeza era correcto, si todos los cabos que había ido atando con anterioridad formaban un nudo compacto.

Me olvidé del miedo, me olvidé cuanto tenía a mi alrededor y me centré en la historia.

Estaba cansada, se me cerraban los ojos, dejé de leer y me dormí. Tuve un sueño muy extraño. Me desperté con una sensación rara, no recordaba qué había soñado Sentía una angustia grande. En mi mente había quedado grabada la imagen de una silueta borrosa, entre sombras.

Cogí la novela de la mesita de noche y seguí leyendo.

Tenía que volver allí, continuar adelante, no podía seguir con la incertidumbre de un final que no sabía a dónde me iba a llevar. Había dejado de ser una carrera de fondo para convertirse en una prueba de velocidad.

Permanecía atenta a cada palabra, a cada página, a cada imagen descrita.

Varias subtramas, incógnitas, dudas sin resolver. Todo independiente en apariencia, sin embargo, con un hilo conductor que va uniendo cada parte convirtiéndolo en un todo, en una novela bien construída, donde lo que ocurre va adquiriendo un sentido. Pero todo a su debido tiempo. El lector va a la par de Arlett, uno de los personajes principales.

Arlett va evolucionando conforme va pasando la historia, conforme va adquiriendo conocimiento de lo que ocurre. Se ve en su manera de actuar, de expresarse, incluso en su manera de comportarse.

Diferentes personajes, bien descritos y con una personalidad propia.

Me sentía identificada con la madre.
Me provocaba angustia la niña.
Me daba miedo tener las ventanas abiertas.
Hacía demasiado calor para cerrarlas
El maullido de un gato me sobresaltó.
Por fortuna no estaba sola.
Me picaban los ojos pero no podía dormir, no quería dormir.

Begoña Medina es una escritora que no planifica de antemano lo que va a escribir. Tiene la idea general en la cabeza y conforme la va plasmando en el papel va construyendo la historia. A veces, incluso ha cambiado sobre la marcha algo que ya tenía preconcebido.

El título fue lo último que eligió.

Es una novela muy intensa, en la que el amor tiene mucha relevancia, también las relaciones familiares y la amistad. Tiene profundidad e incide en muchos aspectos de la vida.

El final es trepidante, con un desenlace desconcertante, inesperado.

Nada es lo que parecía.

Los secretos van saliendo a la luz tras una trama que va mucho más allá de los fenómenos paranormales.
Combina planos narrativos en un momento crucial de la novela, lo que le da más intensidad.

Empezaba a amanecer cuando llegué al punto álgido que me hizo estremecer. Después llegó la calma. Los primeros rayos de sol entraban por la ventana cuando pasé la última página.

Entonces me quedé dormida y en aquella ocasión no soñé, y si lo hice, no lo recuerdo. Lo que sí recuerdo es que desperté con las sensación de que después de todo lo vivido todavía me quedaba mucho por vivir.

También por leer.

«La oscuridad ya se cernía sobre ella, un velo de muerte amenazaba con teñir de negro sus ojos. Sin embargo, su cara era la máxima expresión de la felicidad.»
«Begoña Medina / El mensajero del más allá.»

domingo, 15 de julio de 2018

OPINIÓN DE: «JUSTO». CARLOS BASSAS DEL REY


TITULO: JUSTO.

AUTOR: CARLOS BASSAS DEL REY

GÉNERO: NOVELA NEGRA






SINOPSIS:

La verdadera justicia debe ser fría, implacable, desapasionada. Y para aplicarla, Dios decidió que cada generación contara con treinta y seis justos, las tzadik, hombres anónimos que mantienen el equilibrio entre el Bien y el Mal sobre la faz de la tierra. Justo Ledesma es uno de ellos. Un viejo irascible que discurre por las calles de un barrio, el de Sant Pere, Santa Caterina i la Ribera, que ya no es el suyo, de una ciudad, Barcelona, que dejó de serlo hace tiempo. Un hombre cansado que, consciente de que su fin está cerca, decide saldar cuentas con su pasado; con un pasado que regresa de forma inesperada cincuenta años después.
Escrito en primera persona de estilo directo y peculiar, Justo esconde un triple relato: el de una vida dedicada a una misión sagrada, el de una venganza y el de la nostalgia por un tiempo cada vez más lejano, por unas calles cada vez más ajenas, por una ciudad moribunda que ses desangra víctima de sus propios anhelos, de sus propios errores.


OPINIÓN PERSONAL:

En ocasiones hay libros que sabes que vas a releer incluso antes de haberlos leído. 

En el caso de JUSTO lo supe desde el principio, conforme iba avanzando en la lectura, y supe que iba a hacerlo no porque fuera a tener la impresión de perderme algo sino por el simple deseo de volver a disfrutar de esas letras, de esos paisajes, de Justo y su particular justicia y sobre todo del estilo de Carlos, de esa forma de escribir mostrando su interior a la par que intercepta el del lector.

Cuando empecé el libro yo no conocía a Justo pero había oído hablar de él.

Fue en un taller de escritura creativa impartido por Carlos hace tiempo, cuando estaba a punto de salir al mercado Mal trago, su anterior novela. Entonces JUSTO estaba en plena creación, creciendo poco a poco en la mente del escritor. 

Un año después aproximadamente volví a coincidir con el escritor en otro taller. Quedaba poco para que saliera publicada la novela.

Me acordaba de lo que nos había contado de ella.


Nos enseñó el principio y deseé que el tiempo pasara todavía más rápido.

Después de leer el libro sigo sin conocer a Justo. Es difícil conocer del todo a una persona.

Justo no es Carlos pero hay mucho de Carlos en JUSTO.

Es su primera novela escrita en primera persona. Él mismo dice que es la más personal.

Los autores se exponen desde la primera palabra que escriben, desde el momento en que deciden sacar a la luz lo plasmado en unas hojas, aquello que le da una mirada propia al libro, lo que hace que cada obra sea única.

La exposición es todavía mayor si se escribe en primera persona.

A Carlos le gusta cambiar de registro de vez en cuando. En más de una ocasión le he oído decir que le gusta arriesgarse, experimentar, y lo hace para ver de qué es capaz auto imponiéndose un reto a superar marcando el listón cada vez más alto siendo consciente de que en algún momento puede que no lo supere pero con la confianza de hacerlo.

Va hacia atrás y hacia adelante en el tiempo, haciendo incisos, contando las cosas siguiendo un orden propio, al ritmo que marca la memoria del personaje principal, de sus recuerdos cada vez más vagos.

«Así es la memoria. Un jodido rompecabezas»
«Justo / Carlos Bassas del Rey»

Todo tiene su razón de ser y lo explica en el instante preciso, resolviendo así cada una de las incógnitas que se han ido creando en la mente del lector de manera inconsciente, gracias a la habilidad del escritor para llevarle por una senda que ha marcado desde el principio.

De estilo directo, dispara de forma certera al corazón.
Con las palabras exactas.
Sin irse por las ramas, sin dar rodeos.
No son necesarios.

Me obligué a leer despacio, degustando cada expresión, viviendo cada instante, cada lugar, teniendo distintas sensaciones a medida que pasaba las páginas. En un intento por ralentizar la lectura, por pasar allí el mayor tiempo posible deleitándome con todo lo escrito, con todo lo dicho entre líneas.
No quería acabar y enfrentarme a un vacío emocional al pasar la última de ellas, un vacío que intentaría llenar con el recuerdo.

Y tener esa sensación de ausencia...
A continuación comenzaría otro libro, pero sabía que no iba a ser lo mismo. En ocasiones, un clavo no saca otro clavo.

Paseé por Barcelona de la mano de Justo, sintiendo su abatimiento al ver como todo ha ido cambiando. Con esa añoranza del tiempo pasado.

Pensé entonces que a medida que pasan los años a todos nos cambia la mirada y extrañamos aquello que fue.
Aquello que ya no será.
El desaliento de los cambios.
Lo llaman evolución.
La evolución es necesaria, sin embargo a mí siempre me han costado los cambios.
Entiendo a Justo, ese sentido de justicia impuesta.
No comparto sus acciones pero entiendo sus motivos.

«Todos sabíamos que no iba a vivir mucho, incluido él. Pero le ha llegado la hora ante de lo que esperaba, que no es lo mismo que antes de tiempo.»
«Justo / Carlos Bassas del Rey»


Desde que leí JUSTO, su sombra planea a mi alrededor. Miro todo y a todos los que me rodean, me detengo a observar a cada persona con la que me cruzo intentando averiguar qué hay detrás de cada una, imaginando su vida a veces incluso inventándola. 
Buscando a Justo entre los ancianos con la esperanza de que ninguno lo sea.
Ideando un personaje para esa novela que tal vez algún día escriba.

Me dejé llevar por ese tono poético que Carlos Bassas imprime a sus escritos, por esa belleza de las cosas simples, por ese vocabulario no recargado de palabras innecesarias. Para que un texto sea poético no es necesario enredarse en expresiones que acaban en un galimatías inexplicable. 

Se aprecia una estructura perfectamente conformada en lo que nada está colocado al azar.

Dentro de esta novela hay una historia profunda con muchos matices, muy elaborada y con mucho sentimiento. Tiene ritmo y eso hace que sea muy difícil parar de leer, anima a hacerlo sin pausa.

Inevitablemente llegué al final y antes de cerrar el libro exclamé:


¡¡¡ES JODIDAMENTE BUENO!!!

Entonces lo dejé encima de la mesilla de noche para no relegarlo al olvido, para volver a leer alguno de sus pasajes en mis noches insomnes. Siendo consciente de que volveré a pasear junto a Justo por esas calles de Barcelona que ya apenas reconoce y que no distan tanto de las de mi ciudad.

Y seguí con mi vida sabiendo que ni ella ni yo seríamos las mismas a partir de ese momento.

«Me lo repito una y otra vez mientras camino de vuelta a casa. Y en medio del cabreo, me asalta una pregunta: ¿habrá alguien que llore por mí cuando haya muerto?»
Justo / Carlos Bassas del Rey.

martes, 3 de julio de 2018

EL PRÍNCIPE DE ARABIA. BEGOÑA MEDINA.



TITULO: EL PRÍNCIPE DE ARABIA

AUTOR: BEGOÑA MEDINA

GÉNERO: NOVELA JUVENIL/FANTASÍA



SINOPSIS:

En el colegio Maravillas andan revolucionados por un concurso de una famosa editorial. Fátima ansía hacerse con él. Pero pronto se dará cuenta de que escribir un libro no es tan fácil. Decepcionada y frustrada por no encontrar una idea original para sus escritos, agita un extraño reloj de arena mientras expresa su deseo de vivir una aventura. De repente, se aparece en medio de un desierto bajo un sol abrasador.
Y es ahí donde comenzará realmente esta aventura de alfombras voladoras, lámparas mágicas y genios, hechizos y encantamientos. ¿Preparado para sumergirte en este mundo de tules, dunas y secretos?


OPINIÓN PERSONAL:

Comencé a leer El Príncipe de Arabia una soleada tarde de domingo a la sombra de un árbol en el parque que hay enfrente de mi casa. Me gusta leer al aire libre aunque no siempre puedo hacerlo.

No me costó trasladarme a ese mundo de fantasía que propone la autora, al Bagdag de Las Mil y una noches, de tantas historias fantásticas de príncipes, princesas, genios, lámparas maravillosas y alfombras voladoras que surcan el cielo por encima de desiertos y palacios con cúpulas de muchos colores.

Es una bonita novela juvenil que combina fantasía y realidad y que se desarrolla en dos mundos distintos dentro de una línea temporal alternativa. Personajes reales que se adentran en un lugar fantástico e imaginario que aparece ante sus ojos y les traslada un pasado que no conocen y que ha convivido con ellos sin que lo supieran.

Un lugar donde la magia es relevante, parte fundamental de la historia.

Donde la fantasía es necesaria para que la realidad sea más llevadera.

En ocasiones buscamos la magia en las cosas sencillas. Muchas veces la tenemos delante y no la vemos.

Otras, en cambio, somos nosotros quienes la creamos. Cuenta la autora que de pequeña leía una colección llamada los Cuenta Cuentos y muchos de ellos estaban basados en Las Mil y una noches. Entonces decidió crear una novela juvenil de romance basada en ellos pero con su toque personal y dando un giro que la hiciera diferente de cuanto había leído. Quería que fuese tipo cuento, tal vez con moraleja para inculcar valores a los jóvenes.

Begoña comenta que este tipo de novelas las escribe pensando en sus hijos, para ellos, sobre todo para su hija que es adolescente ahora.

En uno de los talleres de novela a los que asistí dijeron que la mirada del autor a la hora de escribir es lo que hace que una obra sea única, incluso cuando el tema haya sido repetido en otras ocasiones. Cada autor es único y tiene su estilo aunque se adivinen influencias dentro de su forma de escribir.

El Príncipe de Arabia está escrita de manera sencilla, con descripciones muy gráficas que delimitan el entorno narrado y presenta un paisaje real que no cuesta imaginar. Sin darse cuenta, el lector recuerda aquellas historias contadas o leídas hace mucho tiempo, quizás no tanto en algunos casos.

Me trasladó a mi adolescencia, a mi juventud, sentí la necesidad de seguir leyendo y alejarme de algún que otro momento triste.

El tiempo pasó rápido mientras leía, al compás de las hojas que iba dejando atrás. Fui consciente de ello cuando me di cuenta de que ya no había niños en el parque. Estaba sola y la luz había bajado la intensidad. Entonces me fui a casa sin saber cuando retomaría la lectura.

Es una historia bien narrada que deja una incógnita al principio captando así la atención del lector desde las primeras páginas. Conforme leía me fui olvidando de ese principio y me sorprendí cuando vi resuelta la incógnita ya que en aquel preciso momento no me lo esperaba.

Los capítulos son cortos. Eso da ritmo a la obra y no se hace pesada.

Cuando le pregunté a Begoña por el proceso creativo y las pautas que seguía a la hora de escribir me contestó que era un caos ya que no toma notas y en ocasiones deja que sean la historia y los personajes quienes le guíen. No hace una planificación y no sabe de antemano el final.

En palabras de la propia autora:

«Me considero una escritora de brújula. Me surge una idea y luego ya voy configurando los personajes en base a la historia que quiero crear»

La protagonista es una chica ávida de aventuras que busca una historia perfecta con la que ganar un concurso literario gracias a un relato lo más original posible.
En algunos pasajes me sentí identificada. Cuando tenía 15 o 16años me presenté a varios concursos literarios organizados por el colegio, no gané ninguno pero no importaba. Recuerdo el mimo con el que hacía los trabajos de literatura con los que obtuve muy buenas notas. Me encantaba escribir. Después el tiempo y la vida me apartaron de la escritura y muchos años más tarde, de nuevo el tiempo y la vida me han devuelto al camino literario.

Príncipes y princesas que no saben que lo son, aventuras fantásticas, relojes de arena misteriosos y miles de momentos que arrancan una sonrisa, un estremecimiento, la ilusión del primer amor, ese que se cree que es el verdadero.

A veces puede que lo sea.

Otras es una ilusión que perdura en el tiempo.

«Con cada solsticio había observado que su mirada se tornaba deseosa, anhelando que floreciera en él la llama de amor verdadero hacia ella.»
«El Príncipe de Arabia. Begoña Medina».

Contada en tercera persona utiliza un lenguaje adecuado a lo que está describiendo y teniendo en cuenta que va dirigido a un público juvenil que no se expresa de la misma manera que el público adulto.

Detrás de estas páginas hay una labor de documentación aunque no de datos históricos puesto que no es una novela histórica. Como ella misma ha mencionado en más de una ocasión no hay fechas porque no serían reales.

Sin embargo recopiló información de la mitología árabe en donde se distinguen los genios buenos de los malos. Curiosos datos que han hecho que quiera ahondar más en ese tema. Y con ellos ha dado rienda suelta a la imaginación para permitirnos vivir por unas horas en un mundo fantástico donde todo y nada es lo que parece.

Begoña ha publicado recientemente dos novelas:

Por un lado la primera parte de una trilogía que aunque también es de corte juvenil, en este ocasión es para lectores algo mayores y que lleva por título Mi dulce infierno y narra una historia con contenidos paranormales.

Por otro acaba de salir a la venta El mensajero del más allá, una novela de misterio y fantasmas con la que participa en el concurso Indie de Amazon 2018.

Entre manos tiene dos proyectos para adultos: una novela de terror y otra de ficción histórica que espera que vean la luz para finales de año.

Volví a bajar al parque en varias ocasiones. Siempre a última hora cuando solo escuchaba el canto de los pájaros y podía leer sin que nada me distrajera. Siempre antes de que se encendieran las farolas.

El último día que lo hice, al regresar del viaje y cerrar para siempre el libro, pensé que nunca es tarde para perseguir los sueños y volver durante un instante a esa juventud que creía olvidada.

«Sus flores, a medio camino de extenderse por completo como plumas de pavos reales, anunciaban el solsticio de verano. Aquel lugar la sumió en una profunda tristeza, sentía que era injusto que dos personas que se habían amado tanto no hubiesen podido estar juntas»
«El Príncipe de Arabia. Begoña Medina»