lunes, 13 de julio de 2020

OPINIÓN DE LA OBRA DE TEATRO "LA SOMBRA". YOLANDA ALMEIDA



TÍTULO: LA SOMBRA

AUTORA: YOLANDA ALMEIDA

GÉNERO: TEATRO

SINOPSIS



El miedo, la incertidumbre… Nos paralizan, nos ocultan, nos convierten en sombras de un yo que en esencia no teme a nada, que no busca la aprobación. Pero, ¿podríamos llegar a dejar de ser versiones de nosotros mismos? 






OPINIÓN PERSONAL 

Somos parte de nuestros recuerdos. Unos permanecen vívidos en nuestra memoria mientras otros se van difuminando con el tiempo y aunque sigan ahí, el olvido se va apoderando de sus sensaciones. 

De repente un día reaparecen. 

Dentro de unos años recordaré que 2020 fue el año de la pandemia. Recordaré que los meses se asomaron a la ventana y volaron con el viento. Rescataré de la memoria algunas de las muchas de las imágenes que he ido guardando en este tiempo extraño de rutina rara dentro de lo que habría sido mi vida habitual. 

Las hay de todo tipo: emotivas, alegres, tristes, con un toque de resignación, con un punto de miedo, de angustia, de soledad. 

Por la mente pasará el eco de unos aplausos a las 8 de la tarde, retumbará el silencio de la soledad en la ausencia de quien se ha marchado y ese recuerdo que he mencionado nos hará partícipes de una obra de teatro tan real en los confines de lo que debiera ser fantasía. 

Quizás algo tenía que cambiar. 

En ese período inusual, el aprendizaje ha sido continuo y los recursos tecnológicos fundamentales. La distancia ha tenido otro significado en la cercanía de las redes sociales. 

Ya en los albores del verano, hemos convertido el confinamiento en pasado. En la costumbre de no dejar atrás la costumbre de seguir adelante, se empezaron a retomar algunas actividades culturales. 

Entre ellas el teatro. 

El viernes 19 de junio se presentó en la Casa de la Juventud la obra de teatro La Sombra, escrita por Yolanda Almeida. 

Se trataba de una lectura teatralizada intepretada muy bien por Amaia Rodríguez y Javier Urtasun. 

Por un momento sentí que todo volvía a ser igual que antes, que ese antes no se había visto alterado. 

Durante ese instante que duró varios minutos, Per Gaztelu, escritor de novela negra, poeta y compositor desgranaba notas de su guitarra mientras su melódica voz de tango interpretaba la canción escrita por él mismo para la obra. Le acompañaban Amaia Rodríguez y Javier Urtasun. Sus voces de coro al unísono acariciaban el ambiente y envolvían a los presentes entre acordes de guitarra, violín y piano. 

Había escuchado antes la canción en la presentación virtual de la obra, pero no sentí lo mismo en aquella ocasión. El sonido a través de las redes no es el mismo, ni la esencia, ni la intimidad personal que ofrece escucharla en vivo. 

Los directos de Instagram o las sesiones de zoom ayuda a la cercanía y a la conexión, pero la sensación es distinta. 

Cuando la escuché en la casa de la juventud, el sentimiento de las letras me envolvió en su órbita, me hizo cómplice de las palabras, erizó mi piel y sentí un nudo en mi garganta. 

Las mascarillas, la distancia entre el público, las medidas de seguridad, el gel de manos. Todo desapareció mientras sonaba la canción, mientras con los ojos cerrados mis sentidos se dejaban acariciar por la melodía. 

Fue un sentimiento extraño, aunque familiar, lejano aunque cercano. 

No acerté entonces y no acierto ahora a explicar el motivo. 

La sombra arranca con el protagonista, Miguel, un joven muy angustiado presentándose en casa de su psicóloga a altas horas de la noche para contarle que cree haber matado a una persona. 

Y a partir de ahí, me dejé llevar por el contenido de las palabras, por ese trasfondo que lleva hasta la punta del Iceberg. 

Y descubrí la profundidad de la obra. 

Empaticé con esa historia, con sus personajes. 

Hice mío su miedo. 

Ese miedo a dejar de ser uno mismo. 

A ser una sombra. 

A que la sombra domine nuestra vida y nos convierta en sombras de nosotros mismos. 

Siempre me ha gustado el teatro, no solo ver las representaciones, sino también leer las obras. Recuerdo mis veranos de juventud en la piscina del pueblo a la sombra de un árbol leyendo a los clásicos. Recuerdo “El alcalde de Zalamea” en los susurros de mi voz o “La vida es sueño”. También otras muchas. Mientras el resto de la gente disfrutaba del sol yo lo hacía del teatro. 

Luego dejé de leer y de escribir. 

Hasta hace unos años. 

No había vuelto a leer obras de teatro ni a recordar aquellas tardes de verano. 

Hasta ahora. 

Ese viernes, volví a aquellos años mientras escuchaba a los actores. No sé la razón por la que me vinieron aquellos recuerdos a la mente. 

La verdad es que no tiene importancia. 

Disfruté con la obra, con lo que me hizo sentir. Me vi a mí misma sumida en la inseguridad, en el miedo que esa inseguridad provoca en las personas. Dentro de la ficción siempre hay una mota de realidad. 

En ocasiones mucho más que una mota. 

Cuesta hacer una mirada introspectiva, cuesta hacer limpieza interior. 

Cuesta no pensar en lo que piensan los demás de uno mismo. 

Cuesta no juzgar y cuesta reconocer que te importan los juicios. 

Cuesta darse cuenta de que a lo mejor no somos tan importantes, ni los demás piensan tanto en nosotros. 

Es más fácil culparse. 

A Miguel, el protagonista, le cuestan muchas cosas y se da cuenta de muchas otras a lo largo de la obra. 

No deja indiferente lo contado, lo interpretado, lo vivido por Miguel, los sentimientos que Ariadna le obliga a descubrir. Tan reales, tan vívidos. 

Aquel día que Yolanda nos habló de La sombra, contó que la obra era inicialmente una novela, de hecho, nació de la La cuarentona, su última novela. Sin embargo, los personajes en esta ocasión hablaban demasiado y la instaron a contarla de manera diferente, a teatralizarla hasta convertirla en una obra para ser interpretada. 

Yolanda es muy versátil e inquieta. Poeta, novelista y ahora dramaturga, escribe con pasión e intensidad y eso queda reflejado en todo lo que escribe. 

Fue mágica aquella tarde a pesar de lo irreal de la situación y de las circunstancias. 

Nueva normalidad lo llaman. 

Nuevo sí que es, aunque discrepo en lo de normalidad. 

Hubo muchas frases que me llamaron la atención y que quedarán en mi memoria. 

Sin embargo, hay una en especial que pronuncia Miguel y que no he olvidado: 

“Morir significa que alguna vez estuvimos vivos” 
(La Sombra – Yolanda Almeida) 

Vivamos para recordar que una vez fuimos al teatro en tiempos de pandemia.

9 comentarios:

  1. Me ha encantado el comentario... Me ha emocionado... Un momento histórico éste que nos ha tocado vivir y donde las emociones toman matices diversos... Estuve allí... En tercera fila, al lado no había nadie... Todos con máscarillas... Sobrecogedor momento...

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  2. Me ha encantado la reseña de la obra de Yolanda y el trocito que me toca. Yo también he distrutado el vuelo hasta esta mal llamada normalidad. Oír la música en directo es una experiencia irreemplazable. Gracias de nuesvo por tus palabras, abrazo fuerte.

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  3. ¡Qué bonito Arantxa! Me has emocionado. No sabes lo feliz que me hace que te llegara y te hiciera revivir todo eso. Y tienes razón, lqs redes nos han unido de formas inimaginables, pero no hay nada como poder tocar, palpar el instante en persona, eso es otro mundo. :)

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  4. Me ha gustado lo que he leído, pero más me hubiera encantando vivir esa experiencia sentada en una butacada viviendo la experiencia real en el teatro. Increíble.

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  5. ¡Hola!
    Con todo lo vivido, y por lo que por desgracia y sin querer ser pesimista, nos queda por vivir (es que en mi zona estamos ya con muchos rebrotes, restricciones por perímetros... sí, aquí una de Lleida..ais), ha hecho que todo lo que conocíamos haya cambiado de un modo u otro. Así que es normal todo ese cóctel de emociones que viviste.
    Y obvio, que aunque el cibermundo, haya sido una arma para nuestro bienestar, no es lo mismo, ni jamás va a poder compararse con el estar cerca de las personas, ya sean familiares, cantantes, actores, poetas..lo que sea.
    Yo también soy de la que no cree en la nueva normalidad. Es más, hace unos días creía en el volver a empezar, pero visto como está el patio, me da que será "el volver al espiral".
    Espero, poder sentir pronto todo lo que viviste en la Casa de la Juventud.
    Besotes

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  6. Que bonita experiencia, siempre me han encantado los teatros pequeños donde puedes sentir la obra como propia y ahora que se limita el aforo, quizás sea el momento de acudir a uno. Me alegro de que te gustará tanto, un abrazo

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  7. ¡Hola! ¿Cómo estás? Bueno, antes que nada, amé la frase, y es tal cual, no es morir sino no haber vivido lo que asusta, y creo que fue lo que salió a relucir mucho en la cuarentena. El tiempo por un momento parecía congelado y a la vez, pasaban demasiadas cosas.

    Me encantó tu experiencia en el teatro, la verdad si, se extraña. Creo que este tiempo de cuarentena hizo que apreciásemos el arte más que nunca, ya que permite expresarnos.

    Te envío un beso grande.

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  8. Más que con el contenido de la obra, que no me queda duda de que me gustaría y con la banda sonora en directo, me quedo con las sensaciones que nos transmites de tu reencuentro con el teatro, eso no tiene precio, bss!

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  9. Hola, hace mucho que no voy al teatro seguro que disfrutaría mucho esta obra, sin duda alguna me encantaría disfrutarla en vivo, pues creo que maneja perfectamente las emociones, los diálogos y los personajes, toda una experiencia sin duda alguna.

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