TITULO:
JUSTO.
AUTOR:
CARLOS BASSAS DEL REY
GÉNERO:
NOVELA NEGRA
La
verdadera justicia debe ser fría, implacable, desapasionada. Y para
aplicarla, Dios decidió que cada generación contara con treinta y
seis justos, las tzadik, hombres anónimos que mantienen el
equilibrio entre el Bien y el Mal sobre la faz de la tierra. Justo
Ledesma es uno de ellos. Un viejo irascible que discurre por las
calles de un barrio, el de Sant Pere, Santa Caterina i la Ribera, que
ya no es el suyo, de una ciudad, Barcelona, que dejó de serlo hace
tiempo. Un hombre cansado que, consciente de que su fin está cerca,
decide saldar cuentas con su pasado; con un pasado que regresa de
forma inesperada cincuenta años después.
Escrito en primera persona de estilo directo y peculiar, Justo esconde un triple relato: el de una vida dedicada a una misión sagrada, el de una venganza y el de la nostalgia por un tiempo cada vez más lejano, por unas calles cada vez más ajenas, por una ciudad moribunda que ses desangra víctima de sus propios anhelos, de sus propios errores.
OPINIÓN PERSONAL:
En
ocasiones hay libros que sabes que vas a releer incluso antes de
haberlos leído.
En el caso de JUSTO lo supe desde el principio, conforme iba avanzando en la lectura, y supe que iba a hacerlo no porque fuera a tener la impresión de perderme algo sino por el simple deseo de volver a disfrutar de esas
letras, de esos paisajes, de Justo y su particular justicia y sobre
todo del estilo de Carlos, de esa forma de escribir mostrando su
interior a la par que intercepta el del lector.
Cuando
empecé el libro yo no conocía a Justo pero había oído hablar de
él.
Fue
en un taller de escritura creativa impartido por Carlos hace tiempo,
cuando estaba a punto de salir al mercado Mal trago, su anterior
novela. Entonces JUSTO estaba en plena creación, creciendo poco a
poco en la mente del escritor.
Un año después aproximadamente volví a coincidir con el escritor en otro taller. Quedaba poco para que saliera publicada la novela.
Me acordaba de lo que nos había contado de ella.
Nos
enseñó el principio y deseé que el tiempo pasara todavía más
rápido.
Después
de leer el libro sigo sin conocer a Justo. Es difícil conocer del
todo a una persona.
Justo
no es Carlos pero hay mucho de Carlos en JUSTO.
Es
su primera novela escrita en primera persona. Él mismo dice que es
la más personal.
Los
autores se exponen desde la primera palabra que escriben, desde el
momento en que deciden sacar a la luz lo plasmado en unas hojas,
aquello que le da una mirada propia al libro, lo que hace que cada
obra sea única.
La
exposición es todavía mayor si se escribe en primera persona.
A
Carlos le gusta cambiar de registro de vez en cuando. En más de una
ocasión le he oído decir que le gusta arriesgarse, experimentar, y
lo hace para ver de qué es capaz auto imponiéndose un reto a
superar marcando el listón cada vez más alto siendo consciente de
que en algún momento puede que no lo supere pero con la confianza de
hacerlo.
Va
hacia atrás y hacia adelante en el tiempo, haciendo incisos,
contando las cosas siguiendo un orden propio, al ritmo que marca la
memoria del personaje principal, de sus recuerdos cada vez más
vagos.
«Así
es la memoria. Un jodido rompecabezas»
«Justo
/ Carlos Bassas del Rey»
Todo
tiene su razón de ser y lo explica en el instante preciso,
resolviendo así cada una de las incógnitas que se han ido creando en la mente del
lector de manera inconsciente, gracias a la habilidad del escritor
para llevarle por una senda que ha marcado desde el principio.
De
estilo directo, dispara de forma certera al corazón.
Con
las palabras exactas.
Sin
irse por las ramas, sin dar rodeos.
No
son necesarios.
Me
obligué a leer despacio, degustando cada expresión,
viviendo cada instante, cada lugar, teniendo distintas sensaciones a
medida que pasaba las páginas. En un intento por ralentizar la lectura, por
pasar allí el mayor tiempo posible deleitándome con todo lo escrito, con todo lo dicho entre líneas.
No
quería acabar y enfrentarme a un vacío emocional al pasar la última
de ellas, un vacío que intentaría llenar con el recuerdo.
Y
tener esa sensación de ausencia...
A
continuación comenzaría otro libro, pero sabía que no iba a ser lo
mismo. En ocasiones, un clavo no saca otro clavo.
Paseé
por Barcelona de la mano de Justo, sintiendo su abatimiento al ver
como todo ha ido cambiando. Con esa añoranza del tiempo pasado.
Pensé
entonces que a medida que pasan los años a todos nos cambia la
mirada y extrañamos aquello que fue.
Aquello
que ya no será.
El desaliento de los cambios.
Lo llaman evolución.
Lo llaman evolución.
La
evolución es necesaria, sin embargo a mí siempre me han costado los
cambios.
Entiendo a Justo, ese sentido de justicia impuesta.
Entiendo a Justo, ese sentido de justicia impuesta.
No
comparto sus acciones pero entiendo sus motivos.
«Todos
sabíamos que no iba a vivir mucho, incluido él. Pero le ha llegado
la hora ante de lo que esperaba, que no es lo mismo que antes de
tiempo.»
«Justo
/ Carlos Bassas del Rey»
Desde
que leí JUSTO, su sombra planea a mi alrededor. Miro todo y a todos
los que me rodean, me detengo a observar a cada persona con la que
me cruzo intentando averiguar qué hay detrás de cada una,
imaginando su vida a veces incluso inventándola.
Buscando a Justo entre los ancianos con la esperanza de que ninguno lo sea.
Buscando a Justo entre los ancianos con la esperanza de que ninguno lo sea.
Ideando un personaje para esa novela que tal vez algún día escriba.
Me dejé llevar por ese tono poético que Carlos Bassas imprime a sus escritos, por esa belleza de las cosas simples, por ese vocabulario no recargado de palabras innecesarias. Para que un texto sea poético no es necesario enredarse en expresiones que acaban en un galimatías inexplicable.
Se
aprecia una estructura perfectamente conformada en lo que nada está
colocado al azar.
Dentro
de esta novela hay una historia profunda con muchos matices, muy
elaborada y con mucho sentimiento. Tiene ritmo y eso hace que sea muy
difícil parar de leer, anima a hacerlo sin pausa.
Inevitablemente
llegué al final y antes de cerrar el libro exclamé:
Entonces lo dejé encima de la mesilla de noche para no relegarlo al olvido, para volver a leer alguno de sus pasajes en mis noches insomnes. Siendo consciente de que volveré a pasear junto a Justo por esas calles de Barcelona que ya apenas reconoce y que no distan tanto de las de mi ciudad.
Y
seguí con mi vida sabiendo que ni ella ni yo seríamos las mismas a
partir de ese momento.
«Me
lo repito una y otra vez mientras camino de vuelta a casa. Y en medio
del cabreo, me asalta una pregunta: ¿habrá alguien que llore por mí
cuando haya muerto?»
Justo
/ Carlos Bassas del Rey.
No hay comentarios:
Publicar un comentario