TITULO: LA SEÑORA DEL PRIMERO
AUTORA:
MAGDA RODRÍGUEZ MARTÍN
GÉNERO:
NARRATIVA
En toda la obra de Magda R.
Martín el “leitmotiv” es la disección del amor. Como si fuera un sentido añadido
a los otros cinco que caracterizan nuestra humanidad, esta autora investiga
sobre este sentimiento que, con muchas posibilidades es el que rige la
trayectoria de nuestro devenir por este camino terrenal.
Las preguntas retóricas
planean continuamente sobre todo el texto que conforma la trama de esta última
novela que lleva el título de “LA SEÑORA DEL PRIMERO”: ¿Amamos todos con la
misma intensidad? ¿Existe realmente ese sentimiento al que se le da el nombre
de «amor»? ¿Qué es lo que lo diferencia de la amistad, la compasión, la empatía
o la atracción sexual? Laura, la protagonista de esta historia, examina el
recorrido de su vida desde un primer recuerdo para intentar comprender la
trascendencia que, los sentimientos, tienen en las decisiones que modifican ese
trayecto único y personal de cada ser. Sentimientos, caracteres, aceptaciones,
que nos hacen vulnerables a los sucesos cotidianos y conforman ese misterio que
llamamos «VIDA»
OPINIÓN
PERSONAL:
Hace tiempo que tengo el
libro La Señora del Primero y, aunque tenía muchas ganas de leerlo,
no lo había hecho.
Fue un regalo de la propia
autora. Me acuerdo de que cuando lo tuve entre las manos y lo abrí tuve una
sensación agradable. Fue especial recibir su última novela. Me emocionaron esas
palabras, ver su letra en la primera página.
Diría que incluso entrañable.
Deseé que realmente no fuera
la última.
No sé describir exactamente lo
que sentí, no encuentro las palabras adecuadas y correctas.
Lo que sí sé es que ese
sentimiento se ha quedado anclado a mi memoria, para recurrir a su recuerdo de
vez en cuando. Cada vez que necesite la cercanía de la autora a pesar de la
distancia.
Lo abracé con fuerza y lo
dejé encima de mi mesilla de noche para contemplarlo cada día, en espera de que
me susurrara aquello que yo quería oír.
Y hace unas semanas, lo cogí
y comencé a leerlo, con la esperanza de hallar un bálsamo con el que calmar mi
sed de literatura.
Recuerdo que era sábado.
Hacía frío fuera y lloviznaba a ratos. Recuerdo también que estaba algo triste
y la nostalgia me llevó a su lectura.
Con solo leer el primer
párrafo supe que me iba a gustar, que me iba a enganchar y me iba a meter de
lleno en la historia de lleno, sin reparar en horarios, sin percatarme de lo
que hubiera a mi alrededor.
Solo la historia y yo, Laura
y yo, Magda y yo.
Escrita en primera persona y
en pasado, narra la historia de Laura, la hija de la portera. No obstante, hay
más, mucho más, intrínseco en la vida de esa niña, de esa jovencita y de esa
mujer. Entrelazadas las historias, las vivencias, los recuerdos y la nostalgia
de un tiempo pasado que no se puede cambiar.
Sin embargo, el curso de los
acontecimientos modifica el futuro y el presente se ve de una forma distinta
cuando se mira hacia atrás buscando respuestas a unas preguntas que ni siquiera
se han formulado, pero están ahí, acechando la memoria de la protagonista.
En ocasiones, hay situaciones
e imágenes que son únicas e incluso imprescindibles. A menudo se quedan grabadas
en la mente, tatuadas en el interior y se asocian al recuerdo de un olor en particular,
a una nota musical, a un mensaje telefónico, a una carta escrita hace tiempo.
Instantes vividos que se han
enquistado.
Que le duelen a Laura, a su
madre, al resto de personajes. Instantes que las circunstancias han relegado al
ostracismo y de repente, salen a la luz y sorprenden a la par que apabullan y
cuesta gestionar la información, los acontecimientos, cuesta salir de la zona
de confort creada hasta entonces.
Sin embargo, Laura es
valiente, es fuerte y su madre también lo es.
Es fácil empatizar con ellas,
sumergirse en los avatares de sus vidas, ser testigo y cómplice de cuanto se oculta
entre las letras.
Magda describe de forma muy gráfica
y es fácil percibir olores, sensaciones y aspectos que de estar escritos de
otra manera no se podrían identificar.
Conocí a Magda a través de
Facebook, ella me pidió amistad y yo acepté. Entonces mi vida era distinta, no
había empezado mi etapa literaria, ni había perdido todavía mi trabajo.
Al poco tiempo cambió todo.
Y ella estaba ahí, animándome
a escribir mientras yo seguía cada párrafo que ella redactaba. Después
contactamos por Messenger y más tarde lo hicimos por correspondencia, como
antaño, con ese sabor añejo de aquello que se ha dejado de hacer y se ha
relegado al olvido, con esa belleza de las cosas sencillas, con esa intimidad y
ese carácter personal que han otorgado siempre las cartas.
Por la noche, al quedarme
en la soledad de mi lecho, fue cuando mi mente, con la prudencia que ofrece la
serenidad, contempló detenidamente ese tapiz que la vida nos presenta con el
nombre de “destino”. Los colores y dibujos son propios, de nuestra cosecha, hacemos
uso de nuestro libre albedrío, sin embargo, es ese misterioso destino el que
pone en nuestras manos los diferentes matices de colores que, una vez
repartidos a tu gusto en las figuras mientras les infundes movimientos según
tus decisiones, es quien da el toque final a la escena.
Con este pensamiento me
quedé dormida pero creo que mi cerebro no dejó de trabajar dentro de mi cabeza
proyectando ideas nuevas, cambios y sugerencias que, antes, no se me habían
ocurrido.
La Señora del Primero
/ Magda R. Martín.
A veces la distancia acaricia
y los sentimientos muestran una proximidad certera, que abraza con las
palabras.
Eso sentí yo con Magda desde
el principio y lo sigo sintiendo varios años después.
Esta escritora tiene una
forma de narrar que llega al lector, traspasa los sentimientos escritos y se
tiene la sensación de estar en ese primer piso junto a esa señora del primero.
En esa portería bregando con
los quehaceres diarios, acompañando a la madre de Laura.
Hay varios personajes
principales y todos cuentan la historia desde su punto de vista, una misma
historia que en ocasiones no está narrada, que se intuye plasmada en esos
espacios en blanco que cuentan tanto sin mostrar nada.
Está escrita con un lenguaje
sencillo que no permite al lector despistarse. Los capítulos son cortos y los
diálogos concisos, lo que da agilidad a la novela.
Secretos que salen a la luz,
incógnitas desveladas en el último momento y que gracias a la habilidad de la
autora no se ven venir.
Parte de la novela se
desarrolla en Pamplona, mi ciudad natal. Se narran hechos de la Guerra Civil.
Esa parte me gustó
especialmente, puesto que la sentí muy cercana. Pude pasear por las calles de
Pamplona en un contexto diferente al de ahora, con unas circunstancias
diferentes, con unas Plazas y Avenidas con diferente nombre. Con otras que ni
siquiera existía.
Y lo hice de la mano de Laura
y de su madre, adivinando momentos, reconociendo lugares que ahora ya no existen
y a los que no soy ajena del todo a pesar de no haber vivido en una época concreta.
Sin embargo, la esencia de
esas calles, ésa que ven los ojos de Laura, sigue intacta.
Y me emocioné mientras leía.
Como me emociono siempre que
se menciona Pamplona en alguna novela o película.
Cuando terminé la novela
volví a dejarla en la mesilla de noche para recorrer de nuevo sus páginas
cuando se adueñe de mí la tristeza.
Sabiendo que al abrir otra
vez el libro esbozaré una sonrisa y me sentiré acompañada por la belleza de las
palabras.
Aquellos recuerdos de tiempos pasados, me llenaban
de una nostalgia agridulce, de historias lejanas o quizás soñadas, que me
parecía, no me pertenecían.
La tarde seguía, suavemente lluviosa, como en una
de esas pequeñas ciudades norteñas. Las acacias, con sus racimos colgantes de
flores blancas, aromatizaban el ambiente húmedo que entraba por la ventana,
aumentando la sensación del misterio de la vida de otras épocas. De pronto, me
sentí anciana. Tanto es así, que me miré en el espejo para cerciorarme y al
contemplar mi rostro de mujer joven, llegó a mi pensamiento la idea de que lo
que era viejo en mí era mi alma.
La señora del primero / Magda.
R. Martín.