sábado, 31 de diciembre de 2016

ATRÁS QUEDA UN AÑO, DELANTE HAY UN CAMINO.



Último día de diciembre. En apenas unas horas despediremos el 2016 y comenzaremos el 2017.

¡Un nuevo año por delante!

Hoy el día pasará rápido, entre compras y fogones en la mayoría de los casos. No nos daremos cuenta hasta que de repente, miremos el reloj y veamos que solo quedan unos minutos para cerrar la página de un libro que nos ha costado escribir 12 meses.

Habrá quién lo continúe porque aún tiene mucho que escribir y considera que aún no debe terminarlo.

Yo colocaré la palabra fin y lo cerraré. Después, lo colocaré en la estantería. No volveré a abrirlo.

El 31 de Diciembre es ese día en el que la mayoría hace balance de lo ocurrido, ese día en que se vuelve la mirada y se analizan los pros y los contras de un año que en ocasiones ha traído más sinsabores que alegrías.

Otras veces, no.

En la televisión nos bombardearán con las mejores imágenes del año, las mejores caídas del año, los momentos más divertidos del año y también los más trágicos del año. En unas cadenas incidirán en unos y en otras se preocuparán por la vida sentimental de personajes que no tienen mucho que contar pero dan audiencia que a la larga es lo que interesa en los medios.

Yo no quiero acordarme de muchas cosas que han pasado este año. Se que es algo inevitable de lo que no puedo huir porque la memoria no me deja. En algunos casos hay una nebulosa que envuelve ciertos momentos. Febrero pasó levitando por encima de nuestra familia. No lo vimos llegar, ni tampoco marcharse. A Arturo sí, le vimos partir la madrugada del 1 de marzo.

A partir de ahí, todo cambió.

Hace unos días, Alberto y yo vimos la película: “CARTA DE UNA DESCONOCIDA”. En el film, una mujer escribe una carta al hombre del que siempre ha estado enamorado. Recibe la carta cuando ella ya ha muerto. Al principio de la carta, ella dice: “creo que todo el mundo tiene dos cumpleaños: el día que se nace y el día que se despierta a la vida”. Cierta frase que da mucho que pensar. Nosotros despertamos a la vida de golpe y sin anestesia y entonces, empezamos a vivir.

Se suele decir que de los momentos malos salen otros buenos, también se dice que todo pasa por algo y todos nos consolamos diciendo que “lo mejor, está por llegar”. Ojalá no tuviéramos que decirlo, ni siquiera pensarlo, ojalá solo hubiera instantes buenos. En ese caso, la vida no sería como la conocemos.

Ha sido un tiempo extraño el acontecido, personal y profesionalmente. Tanto Alberto como yo hemos tenido que levantar la cabeza y enfrentarnos a situaciones que no conocíamos o que habíamos olvidado que existían. Nos hemos apoyado el uno en el otro y hemos caminado agarrados de la mano.

Por mi vida han pasado muchas personas este año. Algunas han entrado en mi vida y me han ayudado a mejorar y a crecer en mi faceta literaria.  Muchas me han apoyado en los malos momentos y me han dado un abrazo o me han escrito una palabra de ánimo cuando lo he necesitado. Los amigos de toda la vida han estado a nuestro lado y los hemos sentido más cerca que nunca. También ha habido quién ha salido de mi entorno. Y a otras las he recuperado después de mucho tiempo o tal vez no tanto. Mi percepción del tiempo a menudo no coincide con la realidad. No diré nombres, no es necesario.

Todas y cada una saben quién son.

Seguro que hoy la mayoría de la gente mirará en su interior y recordará instantes acaecidos al igual que lo estoy haciendo yo. La sensación será parecida.

Dentro de un rato cada uno pasará la noche a su manera y celebrará la entrada del nuevo año a su modo también. Nosotros comeremos las uvas, daremos por finiquitado el 2016 y brindaremos por esos momentos que nos esperan a la vuelta de la esquina.

Desde mi escritorio y antes de que todo acabe para dar paso al comienzo os dejo los últimos versos que voy a escribir este año.











Cuando esta noche te marches,
no me mires a los ojos
ni me dejes tus recuerdos.

Duende sin fortuna,
aleja de mi tu sombra
desaparece del paso
que ya no marca el camino.

Voy a abrazar la distancia
que tu partida
me deja.

Cuando esta noche te marches
una lágrima no dejes
en mis ojos ya cansados
ni te vuelvas a observarme.

Escápate con tus miedos
con el dolor de mi alma
escápate sin mis sueños
déjame seguir mis huellas.


¿Será el 2017, ese año con el que soñamos cada 31 de Diciembre, ese en el que se cumplirán todos nuestros deseos? El 1 de enero daremos el primer paso.

viernes, 30 de diciembre de 2016

RESEÑA DE: SIETE LIBROS PARA EVA DE ROBERTO MARTÍNEZ GUZMÁN.




OPINIÓN DE: SIETE LIBROS PARA EVA.

AUTOR: ROBERTO MARTÍNEZ GUZMÁN.

SINOPSIS: Cuando en una calurosa noche del verano de 1999, la joven Eva aparece en una gasolinera, malherida y ensangrentada, todo el mundo se sorprende de que siga con vida. Había desaparecido dos semanas antes, tras pasar la noche con un compañero de universidad, y desde el primer momento todas las pistas apuntaban a un crimen pasional. Dos tensas semanas de ausencia, en las que se pondrá de manifiensto lo mejor y lo peor de cada persona relacionada con el caso. 

GÉNERO: THRILLER.






Última reseña del año: “SIETE LIBROS PARA EVA” de Roberto Martínez Guzmán.

Lo terminé ayer.

No quiero que pase el tiempo y se convierta en una más de las cosas pendientes que tengo en mi haber.

Después de varios meses en la lista de pendientes, al fin he podido leerla. Me ha costado poco, apenas unos días. Llevaba tiempo queriendo leer esta novela. La encontré a través de las redes sociales, recomendada por Mayte Esteban, gran amiga y escritora. No me lo pensé y la compré.

Han pasado varios meses hasta que he podido sentarme a disfrutar de la obra de este autor al que no había leído y del que no había oído hablar hasta entonces. Captó mi atención el título: directo, sencillo y con referencia a los libros. Eso y los buenos comentarios leidos de esta novela aunque eso no es indicativo de nada ya que no siempre me fío de las opiniones ni me suele gustar aquello de lo que habla todo el mundo. Reconozco que en varias ocasiones me he equivocado.

Esta vez me dejé llevar y ha sido un acierto.

La sinopsis no aportaba muchas pistas y yo quería saber que tenían que ver esos sietes libros que anuncian la portada con la desaparición de Eva y busqué la respuesta entre las páginas. me ha dejado con muchas y buenas sensaciones. También ha habido alguna menos buena, hay situaciones intensas y duras que al reproducirlas mi mente me han dejado un sabor agridulce.

Al finalizar una novela me gusta ponerme en contacto con el autor, cuando es posible, claro está y darle mi opinión. Aunque siempre lo pienso no siempre llego a hacerlo. En esta ocasión sí. Le envié un mensaje, le escribí mi opinión y le expuse mi intención de hacer una reseña para el blog.
Respondió agradeciéndomelo y se prestó a contestar a cuantas preguntas quisiera hacerle.

Desde mi punto de vista es una historia bien construida.
Al preguntarle a Roberto por el proceso a la hora de escribir una novela me contestó: “Hago un esquema de varios folios y es sobre lo que trabajo: personajes, situaciones, trama, etc. Solo cuando tengo el esquema totalmente perfilado, lo leo de un tirón y me gusta, comienzo a escribir la novela. Hay tramas que se me ocurren y que me parecen buenas, pero cuando las trabajo en esquema me doy cuenta que no me dan el juego que pretendo”. 

Me doy cuenta de que es lo mismo que me han enseñado en el último taller de escritura al que he asistido. Hay que estructurar muy bien aquello de lo que se quiere hablar y escribir, hacer una estructura sólida que permita una construcción estable que no se tambalee ni se caiga al montarla. Trabajo arduo y feo que lleva mucho tiempo pero lo importante es la meta y llegar a ella da muchas satisfacciones.

Es una novela con buen ritmo, a mí me ha enganchado desde el principio. Los párrafos no demasiado largos ayudan a mantener la concentración y no te sacan del libro. Capítulos cortos que hacen ágil la lectura y alternancia de temas que hace que quieras más, devorar rápido un capítulo para pasar al siguiente.

Varios planos narrativos nos llevan a diferentes tramas que confluyen en una sola; la desaparición de Eva.

Está vista desde distintos ángulos:
por un lado, la familia, cada uno de los miembros la vive a su manera. No saben que pasa, ni dónde está Eva. La desesperación hace mella en la madre. Los vecinos curiosean. El padre no muestra interés.
Por otro, Eva. ¿Dónde está? El autor hace que vivas con ella ese periodo. El lector es partícipe de las dos caras de la desaparición y se involucra hasta el punto de identificarse con los sentimientos de los personajes. Eso, por supuesto es mérito del escritor y de su forma de describir lo que sucede.

Aborda varios temas: el maltrato y la corrupción política son algunos de ellos. También hay sentimientos en esta obra y amor. Tiene un punto romántico.

Hay mucho que hablar en torno a los personajes. Me contó que alguno de ellos se los planteó como reto, en especial el caso del maltratador ya que tiene un libro sobre el maltrato: "CARTAS DESDE EL MALTRATO", libro de no ficción que trata el tema. En aquella ocasión el maltratador era de un tipo ditinto al que aquí describe.

En sus propias palabras: “La personalidad de Eva fue otro reto, porque piensa que ya tengo dos novelas en las que ella es la protagonista en edad adulta y como inspectora. Quería plasmar cómo sería en edad universitaria”.

La madre, resignada a la vida que le ha tocado, reflexiona a raíz de la desaparición de una hija. Es difícil plasmar los sentimientos de una madre en una situación así, hay que meterse en su piel y pienso que Roberto lo ha hecho muy bien. Es verosímil y hace que el lector se identifique con ese dolor, unido al que lleva soportando en los años de convivencia con su marido.

Hay dos planos que me han gustado mucho, en uno está la madre y en otro la hija. En un momento dado piensan lo mismo respecto a la existencia de la primera. Da la sensación de que lo hacen al unísono.

Por lo que he percibido al hablar con él, este escritor cuida muchísimo los detalles, cada palabra que dice, no deja las cosas al azar, característica imprescindible de un buen escritor. Todo tiene su por qué. Para mí eso es muy importante ya que de otro modo nos encontramos con historias que no soportan el peso de sus palabras y consiguen que el lector abandone la lectura.

Cada uno de los libros que van a parar a manos de Eva están elegidos por un motivo que queda explicado al final.

Me comenta que ha sido un libro que le ha costado escribir alrededor de cinco años ya que lo ha intercalado con otros.  En ocasiones es necesario aparcar por un tiempo aquello que se está escribiendo. No siempre es el mejor momento. Personalmente pienso que cada historia tiene su momento y cada momento su historia. Y esto es así tanto para un escritor como para un lector.

Mantiene el tono de intriga hasta el final. Lleva a la persona que está leyendo ahí donde quiere que esté y le hace pensar y creer exactamente aquello que pretende.  De esto me he dado cuenta al leer una de sus respuestas. Yo lo imaginaba y él me lo ha confirmado.

Es ficción, pero con visos de realidad. Afirma que no se ha basado en nada real al tejer la trama en general pero sí en algunos aspectos de ella.

Detrás hay un trabajo de documentación. Me explica que no se ha documentado especialmente en algunos temas, en otros sí. Necesitaba recordar cómo era su ciudad, Ourense, en el año 1.999. Para ello en concreto contó con la ayuda de un bloguero y buscó toda la información necesaria.

He descubierto cosas que no voy a rebelar porque yo también quiero que en mi escrito haya cierta intriga que invite a leer “SIETE LIBROS PARA EVA” a quien todavía no lo haya hecho todavía. Merece la pena, os lo aseguro.

Este ha sido el primer libro que he leído de Roberto Martínez Guzmán. Ahora, en mi lista de pendientes está el resto, pero pronto dejarán de estarlo o al menos eso espero.

"El pasado, los recuerdos, solo son el entretenimiento recurrente de quien renuncia al futuro".
                             (frase extraída de: SIETE LIBROS PARA EVA.
                               Roberto Martínez Guzmán).

domingo, 25 de diciembre de 2016

OTRA VEZ... ES NAVIDAD!


Veinticinco de Diciembre.

¡Otra vez es Navidad!

Cómo es posible si apenas hace cuatro días estábamos despidiendo el 2015 y celebrando la llegada del 2016. No, no hace cuatro días. Han transcurrido doce meses y lo han hecho tan deprisa, que da vértigo pararse a pensarlo.

Pasa el tiempo, pasan los acontecimientos, pasan los recuerdos.



Me paro a pensar en lo acontecido a lo largo del año, tendemos a hacerlo cuando este va llegando a su fin. Buscamos todos los momentos acaecidos para ordenarlos y rememorarlos aunque nuestra memoria es selectiva y tiende a evitar mencionar lo malo. De ese modo parece que no ha ocurrido.

No siempre es posible.

Me centro en las últimas 24 horas, quizá en alguna más.
La semana pasada tenía miedo de que llegara Nochebuena, de afrontar una cena con una nueva silla vacía. Las ausencias se notan más en estas fechas. Es inevitable acordarse de aquellos que marcharon antes de tiempo y a quiénes nos hemos resistido a decir adiós.

Anoche éramos uno menos físicamente aunque su esencia estaba allí, en la mente de cada uno, en la risa de todos…

Comimos, hablamos, reímos. Se contaron historias vividas hace muchos años. Algunas de ellas anécdotas que salen todas las comidas y que ya forman parte de la tradición familiar. Y pasaron las horas en un ambiente distendido y entrañable.

Es curioso cómo cambia la manera de vivir las navidades conforme pasan los años. Cuando somos niños vemos todo con otros ojos, con ilusión, con ganas... Todo es nuevo y mágico. En mi mente hay escenas que hace tiempo que no vivo. Entonces nevaba, ahora no.

Todo es alegría, sin ser consciente de aquello amargo que nos rodea.

Por un instante vuelvo la mirada a las navidades de mi infancia. Hoy, mi hermana y yo nos hemos acordado de varios instantes del pasado.

-¿Te acuerdas de aquella vez que quisimos para cenar un bocadillo de panceta? -he preguntado yo.
-Sí, -ha respondido mi hermana.
-¿Nos lo llegamos a comer?
-Claro que os lo comisteis -ha respondido mi madre. -No os apetecía lo que había.

Y mi madre nos hizo un bocadillo. Entonces en Nochebuena se preparaba y se compraba para la cena algo que quizá no podíamos permitirnos el resto del año. Para nosotras lo importante era estar levantadas hasta tarde. La comida tenía menos importancia. Además quién dijo que cenar un bocadillo no era especial.

Pero pasa los años y olvidamos esa forma espontánea y sin preocupaciones de nuestra época infantil.
Hace dos días estuve comiendo con una amiga. Hacía más de un año que no la veía. Durante esos doce meses habíamos hablado dos veces, una por su cumpleaños y otra por el mío. Pasaron veinte años antes de que nos volviéramos a encontrar. Nos conocemos desde pequeñita, desde que comenzamos el colegio a los cuatro años. Inseparables amigas durante toda la etapa escolar. En un momento determinado nuestros caminos se separaron y dejamos de tener contacto. Un día la localicé en internet y me puse en contacto con ella a través de Facebook. Fue fácil retomar aquella amistad y fue fácil volver a hablar después tanto tiempo. No hablamos de por qué nos distanciamos, no lo preguntamos, no hacía falta.

Estuvimos rememorando nuestros años de colegio, aquellos que forman parte de nuestra historia. Nos acordamos de algunas compañeras y de algunas profesoras. Nos reímos, nos reímos mucho. Lo necesitábamos.

Siempre me han gustado las navidades y las he vivido con ilusión pero últimamente ese “espíritu navideño” del que tanto hablan se ha tomado unas vacaciones.

No obstante, ayer me levanté contenta, tarareé villancicos y busqué unas palabras especiales con las que felicitar la Nochebuena a mis amigos a través de Messenger y de WhatsApp. Aproveché para escribir y enviar alguna carta y tarjeta navideña. Es algo inusual en estos tiempos en los que la tecnología nos pone todo tan fácil.

Ahora, sentada en mi escritorio, me doy cuenta de que las cosas no han cambiado todo.

Dentro de un rato, me sentaré junto a Alberto en el sofá y veremos alguna película antigua, igual que cada veinticinco de diciembre. Rescataremos de nuestra videoteca ¡Qué bello es vivir!, un clásico de todas las navidades. Después de verla me preguntaré lo mismo de siempre:

-Si yo no hubiera existido… ¿sería distinta la vida de alguien?.

No me responderé, no haré la pregunta en voz alta, me quedaré pensativa y no diré nada. Me acercaré a Alberto y le abrazaré. Entonces, decidiremos juntos la próxima película.
Como cada vez que escribo, no soy consciente de la hora.

Hay que cenar, me llaman.

Es momento de terminar aunque no lo quiero hacer sin desearos antes:

¡FELIZ NAVIDAD!

domingo, 18 de diciembre de 2016

SENCILLEZ Y SENTIMIENTO; "CAFEÍNA PARA INSOMNIOS PROMISCUOS". AMAIA BARRENA


CAFEÍNA PARA INSOMNIOS PROMISCUOS

AUTORA: AMAIA BARRENA

"Tu manera de escribir significa coger la poesía por el mango, poner la piel de gallina antes de terminar el renglón y hacer sentir veranos cuando está llegando el invierno. Sin duda, tu complejo de "meteorito suicida" y llevar por bandera tu "arteria escritora" te hace totalmente infalible".
Ignacio Martín Lerma.





Otra tarde de sábado y una nueva velada poética en “El Bosquecillo”. Ha pasado ya casi un mes desde que vencí mis miedos y fui capaz de compartir mis poemas con el resto de asistentes. Casi un mes desde que me sentí especial y arropada. Un mes cuyo recuerdo me ha acompañado cada día.

De nuevo frio en la calle y ambiente cálido y acogedor en el interior. No estamos los mismos, quizá algunos menos, tal vez alguna cara distinta pero idéntico cariño y ganas de vivir momentos entrañables y de escuchar vivencias plasmadas en lo que nos une a todos: la poesía.

Esta vez es Amaia Barrena la invitada de honor, una poeta joven que nos cautiva desde el primer momento con su desparpajo, su sonrisa y sus palabras. Viene de Bilbao acompañada de sus fieles amigos y su novio a presentar el poemario: “CAFEÍNA PARA INSOMNIOS PROMISCUOS”.

Pasan de las siete y media cuando da comienzo la velada. Teresa Ramos, anfitriona de la noche, presenta a la autora dando unas pinceladas sobre ella y su obra antes de hacerle algunas preguntas.

Y en medio de todo estoy yo, libreta en mano intentando anotar cada pregunta, cada respuesta… Intentando apuntar todo para luego reflejarlo en mi escrito y rememorar esos instantes, sin darme cuenta al principio de que de esa forma me pierdo la esencia de cuanto ocurre a mi alrededor. En cuanto lo hago, dejo de escribir, me relajo y me dedico a escuchar y a observar.

-¿Qué piensas del compromiso en las relaciones amorosas? -pregunta Teresa.
-Es bonito empezar algo algo sin saber cuándo va a terminar o si va a terminar. Hay que disfrutar el momento -contesta Amaia.

Habla con soltura y con decisión.

Cuenta que empezó a escribir en casa y esos escritos se los enviaba a sus amigos. Con sencillez y de manera directa, expone que no ha estudiado poesía ni sabe de métricas o de rimas. Ella sabe de sentimientos y eso es lo que plasma en el papel. Los mismos que transmite cuando recita. Esa sencillez a la hora de hablar la encontramos también en sus poemas.

Dice que escribe por necesidad, esa necesidad de contar algo importante y quiere que sea honesto lo que escribe. Opina que tiene que salir y ya está.

A la pregunta de si su libro es de amor ella contesta: “todo va de amor siempre, pero en mi caso del amor entendido como una manera de comportase frente a las cosas y frente a las personas”.

Aporta matices interesantes. Uno en especial me gusta y me llama la atención cuando apunta que “la poesía puede ayudar a los lectores”. A ella misma también le sirve. Creo que es cierto, a través de las palabras contenidas en un poema, un lector llega a sentirse identificado y, de algún modo, incluso comprendido.

Su poesía está alejada de la poesía social aunque en su libro hay algún poema que se acerca un poco.

Ella reivindica la forma de expresar las cosas. “Parece que lo rebelde es gritar que estas contra algo. Si todo el mundo hace y dice lo mismo: ¿dónde está la reivindicación?.
Habla de muchos aspectos de la vida, de su vida, del amor romántico, ese amor entendido como algo bonito y por supuesto comenta que la escritura tiene que nacer algo que te araña, que te duele…

Quiero preguntar muchas cosas pero no me atrevo. Quiero saber por qué el libro se titula así y no quedarme con las ganas así que a través de Facebook se lo preguntaré más tarde. Su respuesta llegará enseguida escribiendo que lo escogió porque representa lo que quiere que sean sus poemas y ella. “Cafeína, estimulante, para no dejar dormir de una forma promiscua, abierta, libre. Además me gustaba como suena”.

Entonces, nos deleita con alguno de sus poemas. Oirla recitar es una delicia. Lo hace de manera dulce y con una sonrisa que no le abandonará en toda la velada. Declama con ternura y cariño, el mismo que demuestra cuando se dirige a quiénes no perdemos detalle para aseverar que da igual que seamos 13 que 30, lo importante es el afecto.

Esas palabras hacen que la tarde sea especial, más todavía si cabe. Recuerdo que en la anterior presentación las hojas caían de los árboles al compás de los poemas que el autor recitaba en aquella ocasión. Esta vez las luces navideñas dotan al espacio del calor que las noches de Diciembre esconden.

Y disfrutamos con un poema, y con otro, y otro más. Nadie habla, solo nuestras manos unidas en ese aplauso que dice mucho más que las palabras. No somos muchos pero sí los suficientes cargados de entusiasmo y encandilados por sus versos, esos versos nacidos de adentro, de ese apremio por contar algo.

De repente, para y pregunta hasta dónde puede seguir, no quiere quitar tiempo al micrófono abierto. Alguien le dice que siga, que sus poemas son muy bonitos. En realidad lo pensamos todos aunque sea uno quién lo exprese en voz alta.

Entonces, recita un poema precioso que dedica a Unai, su novio. A continuación aclara: “no creo en el amor romántico pero tengo un novio muy guapo”. Él se levanta y le da un beso. No se le ve bien la cara porque la luz es tenue pero seguro que sus ojos están brillantes y siente la emoción en la garganta, algo que tampoco apreciamos porque no dice nada. Momento espontáneo y real que hace de un instante simple algo bello. No es la primera vez que recalco la belleza de las cosas simples, esas que que son improvisadas y no siguen un guión que resta credibilidad a cuanto acontece.

Sin quererlo ni pretenderlo, Unai se convierte en el protagonista de la noche. Mikel Sanz, encargado de conducir el micrófono abierto, nos lo recuerda y todos reímos.

Después vamos nosotros, con nuestros versos, haciendo única la velada porque todas son diferentes.

Las horas pasan deprisa cuando se pasa bien pero llega el momento de terminar. Amaia nos deleita con un último poema aunque antes su amigo Aitor lo hace también porque ella se lo pide. Se excusa diciendo que él no sabe recitar pero lo cierto es que no es cierto.

Y acaba, de la misma manera que ha empezado, con una sonrisa. Finaliza agradeciendo nuestra asistencia y la cálida acogida.

Me acerco a ella para que de vida a mi poemario con unas letras acompañadas de su firma y pedirle que se haga conmigo esa foto que rubricará mi relato.

El libro consta de cuatro partes. En el título, cada una hace referencia a una estación del año.

"UN INVIERNO CON 
LECHE DESNATADA"

                               "Pensado  en  esas  noches en  que  febrero  se  niega
                               a abandonar el  colchón y todo  es tan frío  como  la
                               soledad que deja estalactitas cuando no es buscada".
                                                                                                  
                                                                                                 Amaia Barrena 

"SACARINA AL BORDE DE
  UNA PRIMAVERA"

                               "¿Quién no ha comido alguna vez mariposas? Se
                               tienen  por  un  momento en  los  labios  y largas
                               horas  revoloteando  en  el  estómago,   haciendo 
                               cosquillas  a  los  muelles  de  la  risa  más tonta".

                                                                                            Amaia Barrena


"UN VERANO EN VASO Y 
       CON DOS HIELOS"

                                 "Hay   orgías  de   hormonas  que   se  hacen   poemas,
                                  manzanas que se muerden y el pecado se queda para
                                  siempre en la garganta..."

                                                                                                      Amaia Barrena


"INFUSIÓN DE 
OTOÑO TEMPLADO"


                                "Caen  las  hojas  y   se  mezclan  propósitos,  cuentos
                                chinos, ruletas rusas y dragones sin patria, mientras
                                el  mundo  promete  renovarse  por  una   temporada 
                                más en alta definición".

                                                                                                     Amaia Barrena                         

He leído los poemas, despacio como siempre, pero sin descanso. Me he llevado cada letra, cada verso a la boca y lo he trasladado a mi interior. He disfrutado de su manera sincera y sin complicaciones de escribir y transmitir esos sentimientos que nunca ha querido mantener ocultos.




GUERRA DE PULGARES

Me sonríes y lo sé.
Es oficial, estoy perdida. Tú ganas.
Me he pillado los dedos
en nuestra guerra de pulgares.
Era evidente desde el principio
que tus manos acabarían conmigo.

                (Amaia Barrena.
                  Cafeína para insomnios promíscuos).

Salimos de allí. No es tarde, pero está oscuro y la niebla comienza a ser densa. 

sábado, 10 de diciembre de 2016

VEINTIDÓS AÑOS... UNA VIDA... UN ANIVERSARIO.


Es temprano, todos duermen y yo llevo un rato despierta buscando las palabras exactas que escribir en el relato de hoy.

Me levanto sin hacer ruido. No se escucha el viento a través de las ventanas ni el sonido de las gotas en el cristal. Seguro que hace frío, algo normal cuando está cerca el invierno, algo habitual cuando se vive en Pamplona.

Es curioso, hace veintidós años también era sábado y tampoco llovía. De hecho a mitad de la mañana salió el sol y eso que el día anterior había estado toda la tarde lloviendo sin parar.

¿A quién se le ocurre casarse en Diciembre -oía continuamente.

A mí -contestaba yo con firmeza.

Es un mes bonito, el paisaje también lo es. Nadie te asegura que casándote en verano el sol vaya a salir.

Aquel día también madrugué. Estaba nerviosa, no había dormido bien. Siempre cuesta adaptarse a los cambios aunque sean buenos y lo mejor que te va a pasar en la vida. Antes de dar el paso todo es incertidumbre.

Recuerdo anécdotas de esa mañana, como el hecho de querer desayunar un huevo frito con patatas. Una idea peregrina que seguramente había escuchado ni se sabe dónde, ni imagino cuándo pero que llevaba tiempo rondándome en la cabeza. Y mi madre me hizo el desayuno, sin preguntas, ¿para qué?. A fin de cuentas no todo tiene explicación.


Imagino que él también estaría nervioso. Su anécdota pasa por ir almorzar y jugar una partida de mus con sus amigos antes de la boda. Una manera como otra cualquiera de pasar unas horas que se hacían interminables. Entonces no había teléfonos móviles con los que torpedear a tu pareja a mensajes y lo cierto es que vivíamos más relajados. O quizá no.

La nuestra no fue una ceremonia espectacular, ni siguió un guión establecido, ni tuvo trescientos invitados pero fue especial, la mejor de todas porque era nuestra. No éramos muchos, los suficientes, los que estaban siempre. Nuestro día estuvo lleno de “momenticos” que hacen que al volver hoy a ellos me emocione. Igual que aquel día al salir del coche frente a la iglesia y ver a todos nuestros amigos vestidos de Pamplonica, con su camisa y pantalón blanco, faja roja en la cintura y pañuelico anudado al cuello. Como era de esperar la misa fue larga. A partir de entonces comenzó la fiesta. Altavoces, cubo de sangría y alegría a raudales nos esperaba fuera y un álbum de fotos que nos dejará imágenes curiosas de los invitados posando con una mano a la espalda, no por protocolo, la razón era ocultar el vaso que todos teníamos en la mano. No faltó ni un detalle. Sonrío al rememorarlo. Estoy segura de que más de uno lo va a hacer al leer estas palabras.

Veintidós años han pasado ya, toda una vida o mejor dicho menos de la mitad ya que aún queda mucho camino por recorrer. Camino que haremos juntos. No voy a decir que todo ha sido bonito en este tiempo porque mentiría. Han pasado muchas cosas, ha llovido durante días y el calor ha sido sofocante otros. Sin embargo, todo es parte del amor y de la convivencia. ¿Quién dijo que era fácil?

Amor es despertarte después de tantos años y notar el brillo de tu mirada cuando observas a tu pareja y amor es aguantarse las ganas de darle un sartenazo en alguna ocasión. Con el tiempo hemos aprendido a respetar nuestro espacio, nuestras aficiones y a compartirlas, a disfrutar uno con los logros del otro. Ese amor que nunca desaparece, esos momentos románticos que no paran de ocurrir, esas escenas empalagosas que a veces soñamos con tener se quedan en las películas de un sábado por la tarde.

Soy consciente de que no siempre las cosas suceden como uno las espera el día de su matrimonio. En nuestro caso han mejorado con el paso de las horas.

Hoy no haremos nada diferente, es un día más que lleva implícita una fecha que siempre está presente. Cada instante que pasamos juntos es especial porque hacemos que lo sea. Nuestra memoria paseará por las imágenes que una vez nos emocionaron y que continúan haciendo tanto tiempo después.

Eso sí, brindaremos por todos los que permanecen a nuestro lado y por aquellos que nos ven desde un poco más arriba.




FELIZ ANIVERSARIO, ALBERTO!!!


A MENUDO TE PIENSO.

A menudo te pienso
 y me pregunto
como sería mi vida
sin ti
sin tu apoyo constante
sin tu sonrisa.
Si la vista vuelvo
 te veo siempre
dándome ánimos constantes
que a veces evito
y reconocer rechazo.
A mi mente se acerca
aquel primer beso:
inocente
dulce
sin mentiras.
En mis labios
aún tengo su sabor
y en mi recuerdo su esencia.
Vuelvo a preguntarme
por una vida sin ti
no tengo respuesta
no sería igual
quizá peor
mejor; difícil.
Sin ti a mi lado
la misma no soy
y sin tu risa
mis pasos se pierden
en las huellas no marcadas
de un segundo
que no existe.


Es hora de comenzar el día. Apago el ordenador y me dirijo a la habitación.