Último día de diciembre. En apenas unas horas despediremos
el 2016 y comenzaremos el 2017.
¡Un nuevo año por delante!
Hoy el día pasará rápido, entre compras y fogones en la
mayoría de los casos. No nos daremos cuenta hasta que de repente, miremos el
reloj y veamos que solo quedan unos minutos para cerrar la página de un libro
que nos ha costado escribir 12 meses.
Habrá quién lo continúe porque aún tiene mucho que escribir
y considera que aún no debe terminarlo.
Yo colocaré la palabra fin y lo cerraré. Después, lo colocaré en la
estantería. No volveré a abrirlo.
El 31 de Diciembre es ese día en el que la mayoría hace
balance de lo ocurrido, ese día en que se vuelve la mirada y se analizan los
pros y los contras de un año que en ocasiones ha traído más sinsabores que
alegrías.
Otras veces, no.
En la televisión nos bombardearán con las mejores imágenes
del año, las mejores caídas del año, los momentos más divertidos del año y
también los más trágicos del año. En unas cadenas incidirán en unos y en otras
se preocuparán por la vida sentimental de personajes que no tienen mucho que
contar pero dan audiencia que a la larga es lo que interesa en los medios.
Yo no quiero acordarme de muchas cosas que han pasado este
año. Se que es algo inevitable de lo que no puedo huir porque la memoria no me
deja. En algunos casos hay una nebulosa que envuelve ciertos momentos. Febrero
pasó levitando por encima de nuestra familia. No lo vimos llegar, ni tampoco
marcharse. A Arturo sí, le vimos partir la madrugada del 1 de marzo.
A partir de ahí, todo cambió.
Hace unos días, Alberto y yo vimos la película: “CARTA
DE UNA DESCONOCIDA”. En el film, una mujer escribe una carta al hombre
del que siempre ha estado enamorado. Recibe la carta cuando ella ya ha muerto.
Al principio de la carta, ella dice: “creo que todo el mundo tiene dos
cumpleaños: el día que se nace y el día que se despierta a la vida”. Cierta
frase que da mucho que pensar. Nosotros despertamos a la vida de golpe y sin
anestesia y entonces, empezamos a vivir.
Se suele decir que de los momentos malos salen otros buenos,
también se dice que todo pasa por algo y todos nos consolamos diciendo que “lo
mejor, está por llegar”. Ojalá no tuviéramos que decirlo, ni siquiera pensarlo,
ojalá solo hubiera instantes buenos. En ese caso, la vida no sería como la
conocemos.
Ha sido un tiempo extraño el acontecido, personal y
profesionalmente. Tanto Alberto como yo hemos tenido que levantar la cabeza y
enfrentarnos a situaciones que no conocíamos o que habíamos olvidado que
existían. Nos hemos apoyado el uno en el otro y hemos caminado agarrados de la
mano.
Por mi vida han pasado muchas personas este año. Algunas han
entrado en mi vida y me han ayudado a mejorar y a crecer en mi faceta literaria.
Muchas me han apoyado en los malos
momentos y me han dado un abrazo o me han escrito una palabra de ánimo cuando
lo he necesitado. Los amigos de toda la vida han estado a nuestro lado y los
hemos sentido más cerca que nunca. También ha habido quién ha salido de mi
entorno. Y a otras las he recuperado después de mucho tiempo o tal vez no
tanto. Mi percepción del tiempo a menudo no coincide con la realidad. No diré
nombres, no es necesario.
Todas y cada una saben quién son.
Seguro que hoy la mayoría de la gente mirará en su interior y recordará
instantes acaecidos al igual que lo estoy haciendo yo. La sensación será
parecida.
Dentro de un rato cada uno pasará la noche a su manera y
celebrará la entrada del nuevo año a su modo también. Nosotros comeremos las uvas,
daremos por finiquitado el 2016 y brindaremos por esos momentos que nos esperan
a la vuelta de la esquina.
Desde mi escritorio y antes de que todo acabe para dar paso
al comienzo os dejo los últimos versos que voy a escribir este año.
Cuando esta noche te marches,
no me mires a los
ojos
ni me dejes tus
recuerdos.
Duende sin fortuna,
aleja de mi tu sombra
desaparece del paso
que ya no marca el
camino.
Voy a abrazar la
distancia
que tu partida
me deja.
Cuando esta noche te
marches
una lágrima no dejes
en mis ojos ya cansados
ni te vuelvas a
observarme.
Escápate con tus
miedos
con el dolor de mi
alma
escápate sin mis
sueños
déjame seguir mis
huellas.
¿Será el 2017, ese año con el que soñamos cada 31 de
Diciembre, ese en el que se cumplirán todos nuestros deseos? El 1 de enero daremos
el primer paso.
Wow. Cariño. Tus palabras las hago mías. Vete 2016 y no me dígas ni adiós, no te acuerdes de mí yo por mi parte intentaré olvidarte aunque sé que será imposible pues has marcado con fuego mi pobre e indefenso corazón.
ResponderEliminarArantxa, una vez más tu artículo desprende sinceridad y autenticidad. Has escrito a tu 2016 como con cierta distancia a pesar de sus sinsabores. Mi año tampoco fue bueno hasta el final pero por eso no vamos a perder la capacidad de ilusionarnos, algo que nos hace humanos.
ResponderEliminarTu poesía me ha parecido deliciosa, me ha gustado mucho. Te d
eseo toda clase de bienes para el 2017, también que progreses en tu escritura y que nos beneficiemos todos.