A
veces cuando no estoy en casa te imagino junto a la ventana siguiendo con la
mirada las nubes. Te veo intuyendo en sus formas los personajes que conforman
una historia, tal vez la nuestra. Yo también miro por ella cuando tú no estás,
pero me fijo en el parque vacío que hay en frente y me doy cuenta de que
mientras todo cambia a nuestro alrededor, nosotros seguimos igual. Donde antes
había niños jugando, ahora hay adolescentes que se sientan alrededor de los
columpios y jóvenes enamorados declarándose un amor eterno que olvidarán con el
tiempo. Tal vez no lo hagan y dentro de muchos años estén paseando por ese
mismo lugar rememorando con nostalgia tantos años el uno al lado del otro. Tú y
yo comenzamos en otro barrio, sentados en otro parque. El escenario ha ido
cambiando y aunque los actores son los mismos al igual que la obra, cada
representación es diferente. Siempre hay
algún matiz, alguna improvisación que la hace especial. Ha ido in crescendo a lo largo de las décadas.
No
hacemos muchas cosas juntos últimamente. La rutina diaria nos lo impide. Tú
estás a lo tuyo y yo a lo mío. Cuando me propusiste que fuéramos un día a
correr juntos me callé y estuve pensando que excusa darte ya que correr no es
una de las cosas que más me gusta. Sin embargo, me alegro de haber aceptado.
Ya
era de noche cuando hemos salido a pesar de no ser tarde. Me ha gustado
mirarte bajo la luz tenue de las farolas. Hemos comenzado por el terreno de
hierba que hay detrás de los edificios. Apenas se veía. Te he dicho que
debíamos tener cuidado con las raíces de los árboles. A menudo nos hemos
tropezado con ellas de día. Tú me has contestado que levantara bien los pies.
He empezado a correr levantando mucho las rodillas, me has imitado y nos hemos
reído del aspecto tan cómico que teníamos. Nuestro recorrido ha seguido por un
camino de cemento que se iluminaba a nuestro paso. Estaba contenta de ir a tu
lado aunque no lo haya expresado. En más de una ocasión me has dicho lo
orgulloso que vas conmigo y yo me he avergonzado de no sentir lo mismo. Esta
tarde sí lo he sentido.
Hace
unos días fue catorce de febrero. Al principio lo celebrábamos. Lo hacías por
mí. A ti nunca te ha gustado que te digan cuando me tienes que querer y regalar
algo. La publicidad en televisión y los
escaparates decorados con corazones hace que parezca que solo en esa fecha está
permitido decir: Te quiero. Con veinte años lo esperaba con ilusión. Ahora ya
no siento la necesidad de hacer algo distinto. Un beso a medianoche acompañado
de un: “feliz día de enamorados” es suficiente. Las flores no son especiales
ese día. Cualquier otro, tienen mucho más significado. En clase de poesía nadie
leyó un poema de amor. Nadie había escrito uno, yo tampoco.
Y mientras
iba pensando, Antonio Orozco me susurraba al oído: “hoy será, sabes que hoy
será”. En ese momento me has hablado y me he dado cuenta de que yo seguía sin
haciendo las cosas por mi cuenta. Entonces, he apagado la radio.
Unos meses atrás también salimos a correr. Era temprano, había dormido mal esa noche y me había despertado de muy mal humor. Me preguntaste varias veces si estaba bien y yo contesté que sí. Insististe varias veces, pero yo no contesté. Solo quería correr hasta no poder más. No quería hablar ni que me hablaras. Me molestabas tú y me molestaba el ruido de los coches que pasaban, incluso mis pensamientos eran molestos. Al poco rato me paré, no aguantaba más. Me ahogaba. Me diste la mano y regresamos andando. Cuando no dices nada, lo dices todo.
Hoy
no hemos andado.
Hoy
hemos reído y disfrutado de ese rato juntos olvidando todo lo demás. Ha sido
íntimo. Solo de los dos y para los dos.
Al
llegar a casa, antes de cerrar la puerta, te he mirado y tras darte un beso en
los labios he pensado:
“Hoy no es San Valentín y también te
quiero”.
No te lo
he dicho entonces.
Te lo
escribo ahora.
Te quiero!!!
ResponderEliminarFelicidadades, Arancha, por tu articulo. No sé si es el mejor o no que has escrito pero desde luego ha sido el que mas he saboreado, tus palabras me llevaban a lugares de los que me gustaría que alguien escribiera.
ResponderEliminarMe que don con ese parque al que has dado vida con tus palabras, ese parque parecía contener la sabiduría para aquellos que supieran mirar.
Y en cuanto al amor qué decir, me emociona la lucha contra la rutina conociendo siempre de algún modo que el amor conlleva novedad sí o sí. Y tu sí, Arancha, y el sí de tu pareja se hacen patentes en esas carreras por las calles. Motivador para los lectores ávidos de amor.
Muchas gracias por tus bonitas palabras, Oscar. Me alegro de que te haya gustado y que mis palabras te hayan transmitido esos sentimientos tan bellos.
EliminarArantxa:Me identifico mucho con tus reflexiones.Sin duda es un artículo sobre el amor de pareja, salpicado de rutina,reencuentros,descubrimientos,crítica social. Para nosotros también los largos paseos juntos logran milagros. La vida al aire libre resulta más Motivadora que entre muebles. Enhorabuena. No íp
ResponderEliminarGracias, Clara! Me alegro de que te haya gustado y te hayas identificado con mis palabras. A veces los gestos más simples son los que más valor tienen.
EliminarEnhorabuena Arantxa ..
ResponderEliminarHas destapado de la rutina una bella historia de amor
Precioso
Muchas gracias Araceli! Me alegro de que te haya gustado. En ocasiones de los detalles más pequeños salen grandes y bellas historias.
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