lunes, 9 de abril de 2018

CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA. GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ


TITULO: CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA.

AUTOR: GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ

GÉNERO: NOVELA/ REALISMO MÁGICO



SINOPSIS:

Acaso sea Crónica de una muerte anunciada la obra más «realista» de Gabriel García Márquez, pues se basa en un hecho histórico acontecido en la tierra natal del escritor. Cuando empieza la novela, ya se sabe que los hermanos Vicario van a matar a Santiago Nasar -de hecho, ya le han matado- para vengar el honor ultrajado de su hermana Ángela, pero el relato termina precisamente en el momento en que Santiago Nasar muere.
El tiempo cíclico, tan utilizado por García Márquez en sus obras, reaparece aquí minuciosamente descompuesto en cada uno de sus momentos, reconstruido prolija y exactamente por el narrador, que va dando cuenta de lo que sucedió mucho tiempo atrás, que avanza y retrocede en su relato y hasta llega mucho tiempo después para contar el destino de los supervivientes. La acción es, a un tiempo, colectiva y personal, clara y ambigua, y atrapa al lector desde un principio, aunque este conozca el desenlace de la trama. La dialéctica entre mito y realidad se ve potenciada aquí, una vez más, por una prosa tan cargada de fascinación que la eleva hasta las fronteras de la leyenda.

OPINIÓN PERSONAL:

Hace unas semanas volví a leer Crónica de una muerte anunciada de Gabriel García Márquez.
Leí esta novela por primera vez hace mucho tiempo.
Yo era muy joven entonces y ella era de lectura obligada en el instituto. Para mí nunca fue una obligación leer, sino un placer. Lo sigue siendo. La lectura nos da libertad y sabiduría. Nos da una visión diferente y nos enseña esos caminos que de otra forma jamás recorreríamos.
Recuerdo que entonces me gustó tanto que volví a leerla varias veces en un corto período de tiempo. Conocía a la perfección el lugar, lo había tanteado tantas veces que podía caminar por sus calles con los ojos cerrados.
El tiempo erosiona la memoria.
La memoria en ocasiones es caprichosa.
Últimamente, cada vez que miraba la estantería veía el libro ahí, desvalido, llamándome de nuevo, instándome al recuerdo, al deleite del maravilloso estilo de García Márquez. Invitándome a estar de nuevo entre las páginas, aspirando el olor de la muerte, siendo cómplice de la tragedia, testigo mudo de la vida.
Siempre he pensado que es la mejor novela de este gran autor. Corta, concisa, con una estructura circular en la que empieza por el final y al final vuelve al principio, a ese momento que describe a lo largo de toda la novela.
Todos en el pueblo sabían lo que iba a ocurrir. Los asesinos pedían a gritos que lo evitaran, sin embargo, nadie lo hizo. Cada habitante del pueblo se escudó en la convicción de que otro lo haría.
Como sucede a menudo.
Está basado en un hecho real, sin embargo, la prosa de García Márquez, tan característica por traspasar el umbral de la realidad con situaciones fantásticas deriva en esos momentos y entramados idealizados llevados a un entorno de leyenda.
En más de una ocasión he escuchado que los buenos libros hay que volver a leerlos, consultarlos, dejarlos en la mesilla de noche. Incorporarlos a la rutina, a la vida diaria de cada persona.
 A mí se me olvidó por un tiempo.
Tal vez no fue un olvido.
Durante años, los ojos imaginados de Santiago Nasar taladraron mi mente. Veía su mirada vacía fija en algún punto imaginario.
Después dejaron de hacerlo.
Hace unas semanas, al tener el libro de nuevo entre mis manos, la sensación fue diferente. Mi manera de ver el mundo ahora también es distinta. Quizás por eso creo que no lo sentí igual, ni lo viví con la misma intensidad, aunque disfruté otra vez de las palabras, y lloré de nuevo en silencio la muerte de Santiago Nasar.
Sabiendo que era ficción.
Siendo consciente de que la ficción no supera a la realidad.
Me gusta cómo el pueblo es un personaje más. La manera en la que el autor lo incluye en la historia, cómo lo dota de vida.
Me acordé de Fuenteovejuna. Lo hice hace treinta años y lo he vuelto a hacer ahora. 
Narrada en tercera persona por uno de los personajes, va dando saltos en el tiempo, recolocando las piezas, llegando a esos recovecos que no alcanzó a comprender ese día. Intentando vivirlo muchos años después. El autor dirige al lector en todo momento evitando que se pierda.
Cada personaje cuenta su visión de los hechos, a partir de ahí se reconstruye el suceso.
Cada uno con su mirada. Todas partiendo del mismo sitio y confluyendo en el mismo lugar.
Con la misma percepción del tiempo, del espacio. 
Con diferente perspectiva.
Con la premonición de una madre, de una fantasía real con origen en los sueños. Con base en los presentimientos, en los malos presagios.
Hace más de dos décadas estuve en Cartagena de Indias. Paseé por sus calles y me hice una fotografía frente a la casa de Gabriel García Márquez.
La fotografía ha ido cogiendo un tono amarillo con el paso del tiempo.
Los colores siguen intactos dentro de mí.
Al igual que las ganas de volver.
De la misma forma que la sangre de Santiago Nasar se ha ido diluyendo en mi memoria.
Cuando terminé de leerlo, volví a colocarlo en la estantería, sabiendo que en el futuro lo volveré a coger.

“Era el hijo único de un matrimonio de conveniencia que no tuvo un solo instante de felicidad, pero él parecía feliz con su padre hasta que éste murió de repente, tres años antes, y siguió pareciéndolo con la madre solitaria hasta el lunes de su muerte.”

Crónica de una muerte anunciada/Gabriel García Márquez.

2 comentarios:

  1. Como me ha parecido interesante tu reflexión, con tu permiso voy a poner un enlace a mi blog por si alguno de mis alumnos lo lee.

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  2. Una bonita reseña para una gran obra.

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