PRESUNCIÓN
DE CONCIENCIA.
AUTOR:
IBON ZUBIELA MARTÍN.
Supongo
que toda escritura rigurosa y exigente es una especie de viaje de redención al
interior de uno mismo. Es una prueba de resistencia, aunque la poesía no de
respuestas y plantee nuevos interrogantes.
Lean.
Lector
y poeta alimentan la hoguera en la que arder.
Ardamos
juntos.
(Del prólogo. Enrique Cabezón)
En verano, me gusta
levantarme temprano y mirar por la ventana. Disfrutar de la claridad del día
recién estrenado y escuchar el suave trinar de los pájaros al despertar.
Hace apenas unos días
que nos dejó la primavera, sin embargo, el calor sofocante del verano nos ha visitado
antes este año.
Hoy ha amanecido
nublado. Se agradecen esas nubes y ese frescor de la mañana. Mientras estoy
divagando acerca del tiempo acuden a mi mente los recuerdos de otra tarde en El
Bosquecillo, nuestro emblemático lugar poético, nuestro punto de encuentro
muchas tardes de viernes. El pasado viernes, 19 de junio tuvo lugar el último
evento de la temporada. Y allí nos dimos cita una vez más, con ilusión y ganas
de encontrarnos a pesar de vernos a menudo. Con ganas de poesía, de risas, de
emociones.
Con ganas de
compartir y departir con los amigos.
Ibon Zubiela vino
desde Bilbao a poner el broche de oro a la temporada con su poemario: Presunción
de Conciencia. Fue una tarde maravillosa, cargada sentimiento, tal vez
como lo son todas o quizás como no lo son ninguna, porque cada tarde es
diferente.
Nuestras veladas en “El
Bosquecillo” tienen algo que las hace mágicas. Tienen esa capacidad de
transportarnos al lado poético de las cosas. Hacen que nuestra realidad sea más
pura, que nos parezca otra aunque no lo sea, aunque los versos nos transmitan
esa dureza que nos rodea.
En esta ocasión la
introducción la llevó a cabo Mikel Sanz Tirapu, maestro de ceremonias que nos
presentó al autor. Mikel dijo en la presentación que “escribir en sí mismo es
un acto revolucionario”. También apuntó que la poesía era intangible,
inmaterial, algo que lanzaban los poetas sin esperar nada a cambio.
Escuchábamos captando cada
detalle.
Dejándonos llevar por
aquello que relataba y sintiendo lo que él sentía al hablar:
Pasión por la poesía.
Nos habló de Ibon y
de su libro, del que dijo que era “un libro revolucionario que buscaba un
intento por cambiar el mundo”.
Escribir poemas no va
a cambiar el mundo, dijo, “pero puede cambiar la manera de pensar de las
personas. El mundo lo podemos cambiar quienes leemos un poema, un libro,
quienes escuchamos una canción.
Yo asentía mientras
escuchaba. Me fijé en que no era la única.
Y siguió hablando de
Ibon, de esa necesidad del poeta por contarnos la injusticia para hacernos
partícipes y que tomemos parte a favor de la esperanza. Su poesía entronca con
la tradición de la Poesía Social. Para este autor, la poesía es un arma cargada
de presente, donde el futuro es la meta, mientras que el hoy es la lucha. Tal y
como dijo Míkel, escribe poesía y punto. Y nos habla del amor, del paso del
tiempo… Y lo más importante, sus poemas son como es él, muestra su punto de
vista, muestran su día a día, el nuestro, el de todos.
Y sin embargo, sus
poemas son intimistas.
Y después de esa
fantástica presentación dio la palabra a Ibon.
No era la primera vez
que venía a Pamplona, ya lo había hecho hace algunos años con uno de sus
anteriores libros, pero sí era la primera vez que venía al Bosquecillo, la
primera vez que veía nuestros ventanales sinónimos de poesía. La primera vez
que miraba a través de nuestros ojos expectantes.
Comenzó leyendo un
texto que había escrito para la ocasión, en el que desnudaba su alma y se presentaba
sin tapujos, sin adornos que recargaran un texto ya de por sí bello. Un texto
duro, sincero, cercano y real. Un resumen de su vida, de sus experiencias.
Nos acercó a él con
frases tan bellas como:
…he llorado por dentro el recuerdo de tiempos pasados sin saber si
fueron mejores.
He
aprendido del silencio a escuchar, a decir solo lo importante y a escribir las
emociones de obreros y barricadas…
…suelo
llorar ante las derrotas que nos infringen cada día…
…me
he rebelado contra el viento y sus molinos…
Un cúmulo de
sensaciones me recorrían mientras le escuchaba con atención, captando la esencia
de cada letra, de cada frase, de cada párrafo bien hilvanado y compuesto de momentos vividos, de experiencias, unas solitarias y otras en compañía.
De esa lucha que
proclama en sus poemas. Si él lucha cada día, como no lo va a plasmar en sus poemas,
había dicho Míkel unos minutos antes.
Cuando vino hace tres
años habló de que quería escribir en euskera para que lo leyera su hija y
porque es la lengua que ama.
El poemario tiene
cinco partes y sigue un patrón. Comienza con un poema en castellano (sin
traducción al euskera) y termina con un poema en euskera (sin traducción al
castellano). Las tres partes que están en medio lo componen poemas que están plasmados en castellano y en euskera.
El prólogo es en
castellano y está escrito por Enrique Cabezón. Bella introducción para un
exquisito libro.
Y el épilogo, como no
podía ser de otra manera y siguiendo esas pautas que componen el libro, está
escrito en euskera, aunque en esta ocasión si lo ha traducido. Pablo Müller le
aconsejó que lo hiciera para que todo el mundo pudiese disfrutar de esas palabras.
PARTE
I:
MI OTRO YO.
Se compone de un solo
poema de amor dedicado a su pareja. De hecho es un acróstico precioso, escrito
con dulzura. Deleita al lector con cada palabra, con cada verso escrito con
delicadeza. Está escrito como ya he apuntado anteriormente solo en castellano.
PARTE
II:
PRESUNCIÓN.
Nueve poemas componen
esta parte. En ellos hay una búsqueda interior. Es una parte con rasgos de
metaliteratura.
4.- POESÍA
La poesía es un puente
entre la
realidad
y la
pasión
que permite
contemplar
las dos
orillas.
(Presunción de conciencia: Ibon
Zubiela)
PARTE
III:
CONCIENCIA.
Compuesta al igual
que la anterior de nueve poemas, es la más social de todas. La que nos lleva a
la actualidad, a los sucesos y hechos que nos rodean. A esa realidad cruda con
la que nos despertamos cada mañana y que sigue ahí cada noche.
13.- SUELO SOÑAR JUÁREZ
… suelo soñar
los muros
de la vergüenza
que
perpetúan y acorralan
las diferencias abisales
de la
historia y el hambre
sin más
futuro que el ayer…
(Presunción
de conciencia: Ibon Zubiela)
PARTE
IV:
ZAPATOS AJENOS.
Como las dos
anteriores, consta de los mismos poemas, en castellano y en euskera. Ésta es la
parte más intimista del poemario. Son poemas escritos desde dentro, desde la
emoción, desde una mirada íntima que saca al exterior. Desde el dolor que a
veces se acurruca en el interior de uno mismo.
28.-
INSOMNIOS
…La lluvia no es suficiente
para limpiar los ojos
de
neutrales individualidades
y ver
más allá de los ombligos
construir un tanque de tormentas
alejadas de
las trampas de los espejos…
(Presunción de conciencia: Ibon Zubiela)
PARTE
V:
IPAR ORRATZA.
Esta quinta y última
parte contiene un único poema en Euskera sin traducción al castellano. Es un
poema de amor a la lengua que ama.
29.- IZKUTUTAKOA
…euskarak
koloretako nortasuna oparitzen digu
euskalduna izan nadin
euskaraz hitz egiten
(Presunción de conciencia: Ibon
Zubiela)
Es un poemario
escrito con mucho mimo y cuidando cada detalle. Es una delicia leerlo y
observar su composición. Todo en este libro tiene su porqué. Está hecho a
conciencia, meditado. El autor ha pensado en todo, incluido ese bolígrafo con
tinta gris metalizada que resalte en la hoja negra al firmar el libro
dedicándonos unas bonitas palabras que den más vida si eso es posible, a este
libro.
Después de hablarnos
del libro, de sus vivencias, de todo lo que le ha impulsado a escribir, nos
deleitó declamando unos poemas.
Envolviéndonos en un
ambiente en el que solo estábamos él y nosotros.
Ajenos a los ruidos
externos.
Ajenos a cuanto
ocurría tras los ventanales.
Atrapados por el
sonido de una voz, por el sentimiento de unos versos.
Tras los cristales la
luz de la tarde comenzaba a difuminarse dejando paso a la noche, a una luna que
intuíamos. Dejando constancia de ese tiempo que no para de correr.
Se dio paso al último
micro abierto de la temporada.
Con un cambio de
dinámica esta vez. Comenzó Mikel recitando unos poemas que no eran suyos. Eran
de una persona que ha estado ahí desde el principio. Detrás de la barra del
bar. Escuchando cada viernes nuestros poemas. Soñando con recitar algún día los
suyos.
Esa persona era
Nadia, la camarera. Es búlgara y no domina bien el castellano. No se atreve a
recitar todavía. Nos dedicó unas palabras. Dijo que no escribe bien pero que
tiene mucho sentimiento, el mismo que ha plasmado en los poemas que ha
declamado Míkel Sanz. También dijo que la preocupación no le dejaba hablar.
Realmente era la emoción quien le impedía expresarse.
Fueron instantes
especiales. En los micrófonos abiertos hay muchos. Son momentos improvisados
que no se olvidan y le dan esa magia a las veladas poéticas.
Y como siempre,
fuimos compartiendo nuestros versos, captando imágenes que no solo queden en la
retina. Diluyendo emociones que nos traspasaban.
Y al final, Ibon
declamaría un último poema.
El que pondría fin a
la velada.
El que cerraría la
temporada.
El que abriría
nuestro corazón y nos dejaría con la sonrisa en los labios.
El que no sonaría a
despedida porque nunca decimos adiós.
“…me gusta la luz que
come sombras, por eso, tan solo poseo la certeza inútil de quien ha vivido y la
decisión inquebrantable de no rendirme.”
IBON ZUBIELA: 19/06/2017
EL BOSQUECILLO - PAMPLONA
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