TÍTULO: LOS OJOS DE LA MUERTE.
AUTORA: EBA
MARTÍN MUÑOZ.
GÉNERO:
PSICOTHRILLER.
SINOPSIS:
Cuando la
joven Natalia abandona el orfanato para reunirse con un padre
totalmente desconocido, no se podía imaginar que la verdadera
pesadilla estaba a punto de comenzar para ella. A través de los
diarios de su madre muerta, descubrirá una realidad que llevaba
oculta largo tiempo. Los fantasmas despiertan y una oscura amenaza se
cierne sobre ella hasta que abandona el hogar.
Años después, la pesadilla volverá a comenzar. Sólo que, quizá, esta vez no haya escapatoria…
Años después, la pesadilla volverá a comenzar. Sólo que, quizá, esta vez no haya escapatoria…
1.La Muerte
ha regresado.
2.Tiene hambre.
3.Te está buscando.
4.No la mires a los ojos.
5.Si tu ventana aparece abierta, ¡huye!
2.Tiene hambre.
3.Te está buscando.
4.No la mires a los ojos.
5.Si tu ventana aparece abierta, ¡huye!
Al terminar
una lectura siempre se quedan sentimientos dentro, a veces son
buenos, otras no tanto. En ocasiones hay desconcierto, sorpresa o
decepción, incluso. Sin embargo en otras, son tantas las emociones y
sensaciones, que resulta difícil encontrar las palabras adecuadas
que definan y expliquen aquello que se ha quedado dentro de nuestra
mente, dentro de nuestro corazón. Esta es una de esas veces. Es
tanta la riqueza y el contenido que encierra esta obra que temo que
algo se quede en el tintero.
Debo decir
que empecé el libro con la emoción dentro de mí y los ojos
brillantes después de leer la emotiva dedicatoria a su perrita Una,
que falleció hace poco más de
dos meses. Fue muy duro y hay tanto sentimiento en esas palabras que
hace que nos sintamos cerca de ella y de Una. Del dolor de ambas.
Hace que la echemos de menos, que lloremos su ausencia. Que iremos al
cielo buscando sus dulces ojos.
Tal y como Eba misma ha
apuntado, es una novela muy especial para ella puesto que se trata de un homenaje a su perrita y está basada en un relato que
escribió con catorce años y que incluye en el libro. Su
manera de escribirla, por otro lado, hace de ella una obra profunda,
intensa y única.
Desde
el principio, el lector sabe que está ante una historia distinta
Escrita de
manera original y diferente, cuenta la historia de tres generaciones
a través de los Diarios de las tres protagonistas. Lo combina con un
narrador en tercera persona. Con ello consigue que la novela adquiera
ritmo e intriga, ya que estás deseando pasar la página para saber
más, para descubrir que viene a continuación. No hay capítulos
largos que ralentizan la lectura, ni expresiones o párrafos
farragosos que dificulte la comprensión.
Conozco a
Eba desde hace algo más de un año. He hablado con ella en varias
ocasiones, he leído sus novelas, le he dicho cuánto me gusta su
estilo, sencillo a la par que cuidado, y me he emocionado cada vez
que he leído algo suyo.
Me ha
encantado y sorprendido. Eba siempre es capaz de ir más allá y de
escribir novelas completamente diferentes manteniendo siempre su
esencia.
A través de
ellas se aprecia su evolución como escritora. Ha ido creciendo con
cada obra, superándose a sí misma. No importa lo alto que deje el
listón cada vez que escribe un libro, siempre lo rebasa.
La
descripción de las escenas es magnífica y muy gráfica. Lleva al
lector al lugar donde sucede todo y hace que éste sea capaz de
sentir lo que los personajes sienten, de vivir lo que ellos están
viviendo y de ver aquello que ven, e incluso de lo que no ven.
No es una
novela de terror al uso, como ella me ha dicho más de una vez. Contiene aspectos de una realidad dura,
demasiado dura a veces. Da miedo y no solo por las escenas
sobrenaturales e inexplicables plasmadas en la obra. Hay amor,
ilusión, decepción y momentos escalofriantes en los que todo lo
escrito llega muy adentro, un nudo se instala en la garganta, el vello se eriza y el miedo se instala en el cuerpo.
Al leerla,
me he sentido muy identificada en muchas ocasiones y los recuerdos
han acudido a mi mente como si el tiempo no hubiera pasado, viviendo
de nuevo situaciones que viví en los años 70 y 80. Volví a
recorrer los pasillos de mi antiguo colegio y entré de nuevo en mi
clase de parvulitos.
Y mientras
lo revivo, sonrío y recuerdo lo mucho que me ha gustado siempre la
palabra “parvulitos”, me resulta entrañable aunque no sabría
decir la razón.
Durante mi
lectura he
llorado, he sufrido.
He deseado
cerrar el libro y dejar de pasar mal rato leyendo los párrafos más
duros y cruentos. Esos tan detallados que sobrecogen. Me he obligado a leerlo despacio, acaparando
todo el contenido, cuidando de no dejarme nada.
He querido
salir de ahí y cerrar las ventanas de casa pero mi ansia de
continuar leyendo ha hecho que no me levante, que no aparte la mirada
y la mente de las páginas. Que no volviera de esa habitación en la
que me encontraba junto a Azucena, Natalia, Alba...
He
traspasado las páginas y he dejado mi dormitorio para entrar en ese
mundo escrito, en esas emociones. He escuchado la aterradora voz
infantil de Ángela y los arañazos en el cristal y me he
estremecido.
He querido
no mirar esos ojos pero he mantenido la cabeza erguida mirando al
frente, desafiando al miedo, mi propio miedo.
Y cuando he
regresado, he cerrado las ventanas de mi casa y he dormido con la
incertidumbre de encontrarlas abiertas a la mañana siguiente.
Y al despertar, seguían cerradas.
Y yo me he
sentido victoriosa.
Hay que
destacar el vocabulario rico que utiliza la escritora, evitando las
repeticiones, tanto de palabras como de situaciones. Transmite los
sentimientos de tal manera que es muy difícil para el lector no
involucrarse, no sentir el dolor de los personajes. No tener un punto
de complicidad con ellos.
Se siente el
vacío de algunos personajes, su soledad, sus ganas de vivir, de
amar, de ser amados.
“Natalia
se mordió con fuerza los labios hasta que éstos lloraron sangre con
ella. Sintió una tristeza profunda que le agrietó los bordes del
corazón”.
Los
ojos de la muerte: Eba Martín Muñoz.
Utiliza un
lenguaje muy bello, poético, delicado. Escoge las palabras con mimo
y escribe con delicadeza, con mucho mimo. Y destila ternura, una
ternura que quien está leyendo acoge en su interior.
“Cada
día estoy más cerquita de la libertad... ¿La hueles, Mickey? Huele
a tortita con nata y caramelo, y a besos de sol en los párpados. ¡A
eso huele!
Los
ojos de la muerte: Eba Martín Muñoz.
Describe
pero no explica todo, eso se lo deja al lector. Deja que imagine.
Juega con la mente del lector, hace que éste intuya, descubra y
piense.
En algunos
momentos me descubrí leyendo en voz alta varios párrafos,
reproduciendo en mi mente alguno de los diálogos.
Mientras
disfrutaba de la historia, me entraron ganas de comprarme un Diario y empezar a escribir
en él. Con nostalgia recordé que nunca tuve uno el que
inmortalizar mi adolescencia, mi juventud, esos instantes que cada
vez se antojan más lejanos y ya no están tan claros en mi memoria.
Al terminar
el libro, al pasar la última página:
Deseé más.
Deseé
vivir con intensidad.
Y
recordar.
Deseé
no olvidar nunca todo lo leído.
“Ayer
di a luz a mi pequeña Natalia... La acuné todo el tiempo que me
permitieron, le di el pecho y le canté canciones en el idioma de las
madres: el amor verdadero”
Los
ojos de la muerte: Eba Martín Muñoz.
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