El pasado
viernes, 29 de septiembre, Pamplona se sumó a la iniciativa estatal: ACOGIDA
SI, GUERRA NO con un recital poético-musical en favor de las personas
refugiadas.
El recital
se celebró en el Parlamento de Navarra y lo organizó Mikel Sanz Tirapu.
Acogió a poetas, artistas, a todo el que quiso
expresarse, elevar la voz, dejar constancia de que una realidad que encoge el
alma de algunos y que es indiferente a otros.
Las puertas
y el micrófono estaban abiertos. Todo el que quisiera invitado a participar, a poner voz a la
injusticia, a través de los versos, de la música, de los sentimientos, de la
cercanía.
“Se ha
acogido solo al 14% de los refugiados a los que se comprometió España”.
Con estas
palabras, dirigidas por la presidenta del Parlamento de Navarra, Ainhoa
Aznárez, comenzó el evento. A continuación leyó un poema de Juan Andrés Pastor, poeta de Estella que no pudo acudir.
A partir de aquí todo fue distinto, se respiraba
diferente, por momentos costaba respirar.
Emoción a
flor de piel.
Estilos que
diferían mucho entre sí.
Cada uno con su visión, con sus palabras. Todas confluían en un fin común. Partes de un
sentimiento que conformaban un Todo cuya presencia nos llenó a cada uno de los
que estábamos allí. También a los que no estaban.
Hubo poetas
que no pudieron asistir, pero nos dejaron sus letras que fueron leídas por
otros compañeros.
Todos estaban presentes.
Era
imposible no emocionarse, estar ajeno a lo que sucede. El eco lo envolvía todo,
nos convertía en uno.
Nos unía.
Nos unió.
Fuimos
partícipes de una iniciativa bonita, profunda, de una realidad a la que muchas
veces volvemos la cabeza, que nos cuesta mirar de frente.
Fuimos
partícipes de una tarde difícil de olvidar, de unos momentos que nos erizaron
la piel, que nos arrancó una lágrima.
Improvisación,
instantes grabados en la retina, en el corazón.
Poetas,
actores de teatro, músicos.
Palabras
sobrecogedoras.
Oídos
atentos que escuchaban, que absorbían cada letra, cada verso, cada nota
musical.
Nada estaba
ensayado. Nacía de dentro, de las ganas de expresarse, de la necesidad de
contar, de recitar, de decir, de hablar.
De soñar que
se puede cambiar el mundo, quizá solo un poquito, tal vez tan solo por un rato.
Mikel Sanz dijo
casi al término del recital:
“La poesía puede cambiar mundos
particulares y eso es cambiar el mundo”.
Una palabra
final:
E S
P E R
A N Z A
Un aplauso
que llenó la sala.
Silencio.
Un recuerdo
difícil de olvidar.
Os dejo el
poema que recité yo.
No supe qué título
ponerle cuando lo escribí.
Tenían
sueños, ilusiones
tenían
una vida, una casa.
Todo
quedó
en
futuro ahogado,
en
un presente de miedo.
Se
marcharon con los ojos vacíos
de
tanto horror.
Atrás
un destino cercenado
Adelante
un camino incierto.
Calles
cortadas
alambradas
que duelen
promesas
de palabras vanas.
un
refugio inexistente.
Tenían
que ser uno más
y,
sin embargo
siguen
buscando donde refugiarse
de
un dolor que no termina.
Miradas
de esperanza
que
nuestros ojos reflejan
mirando
sin mirar nada.
Arantxa Murugarren (29/09/2017)
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