No recuerdo en que momento los
días empezaron a ser más cortos y los años comenzaron a pasar con mayor
rapidez.
No recuerdo cuando dejé de ser
niña y de tener ilusión.
No recuerdo mi primera Navidad
y la primera que recuerdo no aparece con nitidez en mi memoria, aunque hay
rostros que están muy vivos en ellas. Me acuerdo de que también hacía frío. Tal
vez sea porque en Pamplona siempre hace mucho frío este mes. Y recuerdo la casa
del pueblo, los perros correteando por la explanada frente a la casa. No se si
en algún momento nevó.
No recuerdo muchas navidades
con nieve. Me gusta la nieve, ese tacto frío y esas fotografías tan bonitas que
adornan las postales navideñas.
No recuerdo…
Tal vez no quiero recordar.
Quizá nunca quise dejar de ser
niña.
Puede que nunca haya dejado de
serlo.
Apenas hace unos días era
verano y sin darnos cuenta pasó el otoño y el invierno llegó para quedarse.
Como cada mes de diciembre.
Y como siempre las hojas del
calendario fueron pasando hasta detenerse en el 24.
El día de hoy.
¡Nochebuena!
Ha amanecido con niebla, una
niebla similar a la de la Nochebuena de “Cuento de Navidad” de Charles Dickens,
aunque menos densa que la descrita en aquella novela que no hace mucho que leí.
Y pensé que yo no soy mejor en Navidad, intento mejorar un
poco cada día.
No necesito que me digan que estos
días tengo que ser mejor persona, ni dejarme invadir por el Espíritu Navideño.
A fin de cuentas: ¿Qué es el espíritu navideño?
Todo el año deberíamos serlo y
no mirar hacia otro lado para no ver aquello que no nos gusta. Todos los días
hay gente que lo pasa mal.
No obstante, aunque parezca lo
contrario a mí me gusta la Navidad. Me esfuerzo en decir que no, pero me dejo
llevar por esa “magia” que no se ve pero que quizá exista. Por ese sentimiento. Me gusta ver las calles iluminadas y tararear esos villancicos cuya letra no conozco.
Sí, hoy ha amanecido con
niebla. He mirado hacia el cielo y no he podido ver nada. No me gustan esos
días en los que no puedo intuir la casas dónde viven ahora los que se fueron
antes de tiempo, ni su sonrisa, ni corresponder a sus buenos deseos navideños.
No importa cuándo se fueron.
Siempre es demasiado pronto para el que se queda y el dolor más intenso cada Nochebuena
cuando al sentarnos en la mesa hay un plato menos que poner y una risa menos
que escuchar. Eso no quiere decir que no duela el resto de días, sí lo hace pero el vacío es más grande y las ausencias más sonoras.
No, yo no soy mejor hoy ni
Scrooge tenía el corazón tan negro. Sentía y se lamentaba como todos y se
escudaba en una frialdad que igual hería menos pero pesaba más.
Yo hoy no recibiré la visita
del fantasma del pasado, del presente y del futuro. A menudo me visitan en
fechas menos señaladas, ni cambiaré mi forma de ser, ni seré más divertida y
entrañable, tampoco seré más huraña. Seguiré siendo yo.
Recordaré Nochebuenas pasadas,
viviré con intensidad la presente e imaginaré las futuras.
Y sonreiré mirando hacia
arriba, echando siempre de menos, soñando con un paisaje sin niebla que me deje
ver esas caras que añoro a cada momento.
Precioso relato Arantxa ...Feliz Navidad
ResponderEliminarMuy tierno, Arancha. Acabamos el año con añoranzas. Feliz Año
ResponderEliminarQué relato tan bien escrito, Arancha! Bonito y también no exento de ciertas paradojas. Me quedo con que todos los días debieran ser Navidad porque todos los días se puede estar atentos a las necesidades de las personas. Y como además te gusta la Navidad te deseo una Feliz Navidad. Que el Niño Dios colme de amor y ternura a ti y a tu familia
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