TITULO: DEJE SU
MENSAJE DESPUÉS DE LA SEÑAL
AUTOR: ARANTZA
PORTABALES
GÉNERO: NARRATIVA
SINOPSIS:
Incapaces de enfrentarse a sus
secretos, a la soledad y a los hombres con los que desearían hablar, las cuatro
protagonistas de esta novela coral prefieren dejar sus confesiones en el contestador
automático.
Marina es abogada
especializada en divorcios y desafía el abandono de su marido; Carmela está enferma
de cáncer y necesita despedirse de su hijo; Sara es una joven de buena familia
a la que la presión de su boda inminente ha llevado al borde del suicidio y a
una dudosa terapia psicológica, y Viviana es prostituta en Madrid, aunque su familia
cree que trabaja en Ikea.
Mensaje a mensaje, sus vidas se
van dibujando y ese mismo contestador que recibe sus confidencias, trenzará sus
historias revelando el enorme poder liberador de la palabra. Mensaje a mensaje,
el lector avanza queriendo conocer el final y también descubriéndose a sí mismo
con igual voracidad.
OPINIÓN PERSONAL
Comencé a leer Deje su mensaje después de la señal
porque salió elegido para la lectura
conjunta de un grupo de Facebook y porque además me daría la oportunidad de superar
un reto de otro grupo en el que había que leer un libro cuya autora se llamara
igual que yo.
Siempre he pensado que
hay un momento para cada cosa, también para cada libro. Creo que este era el
momento para esta lectura y no solo porque comenzara a hacerlo para superar un
reto.
Me alegro de que
saliera este libro, de que la autora se llamase como yo, me alegro de haber
dejado el hastío literario en el que estaba sumida para participar en esta
lectura conjunta y volver a disfrutar de esas tardes literarias a finales de
mes en las que nos reunimos y charlamos. Esas tardes en las que las letras traspasan
fronteras y la distancia es un mero trámite. Esas tardes en las que la amistad
y el amor por los libros está por encima de cualquier cosa.
Y sobre todo me alegro
porque de otra forma me habría perdido una historia preciosa, llena de
sentimiento que me ha emocionado, que ha hecho que afloraran recuerdos que
tenía adormilados en la memoria y que me ha removido por dentro bastante más de
lo que yo pensaba.
Me habría perdido esa
charla con la autora que se prestó a departir con nosotros los entresijos de su
novela y escuchar nuestras impresiones.
Me habría perdido muchas cosas.
Demasiadas.
Lo leí en tres días. Lo
empecé una tarde de domingo, una de esas tardes en las que no hay mejor
compañía que una taza de té, un sofá cómodo y una buena lectura para relajarse
del ajetreo de toda la semana.
Antes de que el ajetreo
comience de nuevo.
Captó mi atención desde
el principio gracias al formato elegido por la escritora. Concebido cada
capítulo como un mensaje corto semejante a los que se dejan en un contestador.
Son concisos. Condensan historias, momentos, pasajes de cada una de las vidas.
Van intercalados.
En la lectura conjunta
se le preguntó a la autora por el proceso creativo y ella comentó que había
surgido de manera natural. Hizo primero un esquema de cada personaje principal.
A continuación, escribió los cuatro primeros capítulos de cada una, sabiendo
que habría 30 llamadas por personaje y finalmente empezó una a una siguiendo un
orden ya que cada historia condicionaba las siguientes.
A mí no me gusta dejar
mensajes. Me siento incómoda sabiendo que
estoy siendo grabada. Me atasco y soy torpe con las palabras, con la
entonación. Nunca sé que decir. No me gustan los contestadores. Por eso
escribo, porque es más fácil transcribir los pensamientos ya que aunque se
agolpen en la mente y salgan a borbotones y en desorden, luego se pueden
ordenar y expresar mejor. En ocasiones prefiero escribir aquello que siento y
que no soy capaz de expresar en voz alta para a continuación guardarlo y que
nadie lo lea.
Quizás me equivoco al
hacerlo.
Las protagonistas de
esta novela al contrario que yo, se sienten cómodas hablándole al
contestador. Saben que serán escuchadas
en unos casos y que nadie lo hará en otros. Es su manera de desahogarse, de
dejar constancia de algo que no se han atrevido a decir a su debido momento.
A veces es más fácil
hablar cuando no se tiene delante a la persona a la que uno se dirige.
En este caso hay unos
destinatarios establecidos. Unos personajes secundarios que cobran relevancia
en la historia a pesar de que no ser escuchados. Los vamos conociendo a través
de esas breves misivas.
Cada capítulo termina
en una frase corta o una palabra. Una palabra que estremece,
que impacta e incluso emociona.
Inesperada.
En unos casos es la conclusión a algo que había quedado en el aire. En otros, sin embargo, busca sorprender al lector,
mantener su atención en todo momento.
Dice la autora que los
personajes no son reales, aunque hay rasgos de personas que conoce o ha
conocido.
Es fácil empatizar con
esas cuatro mujeres. Cualquiera podríamos ser una de ellas, o todas a la vez, o
ninguna.
Deseando ser quienes no
son. Buscando la felicidad en otros ojos, en un intento por excusar su vida.
Sus decisiones.
Siempre buscando.
En otro lugar.
Y lo imaginan. Y se imaginan. Y se reinventan. Y resurgen
de sus cenizas como el Ave Fénix.
Y viven. Con intensidad, con nostalgia.
Cuatro mujeres, cuatro.
Marina, Carmela, Sara, Viviana.
Luchadoras, resignadas, confusas, queriendo seguir
adelante.
Sabiendo que el tiempo se acaba.
Queriendo en unos casos que se acabe.
Desafiando al tiempo y
buscando un clavo ardiendo al que agarrarse con tal de que no llegue el final.
Deseando que hubiera
sido distinto el camino, su vida, su trayectoria.
Historias diferentes,
conectadas entre sí. Entrelazadas unas con otras. Personas que se encuentran,
que tal vez estaban destinadas encontrarse, a apoyarse, a caminar juntas,
incluso a llorar y a consolarse juntas. No todas a la vez ni en el mismo
momento.
A lo largo de esos meses, al margen de esas conversaciones
unilaterales aprenden lo importante que es disfrutar de esas pequeñas porciones
de felicidad que brinda la vida y hacerlo sin remordimientos. Dejarse llevar de
vez en cuando.
Como dice Carmela, todo
sucede por algo.
Hace ya tiempo que yo llegué
a esa conclusión.
Tanto lo bueno como aquello
que no lo es tanto. A menudo las cosas buenas surgen de momentos malos. Siempre
hay un instante que rescatamos y se convierte en punto clave para seguir
adelante.
«Y así, las fronteras de la felicidad y
de la tristeza se mezclan sin control, provocando un extraño sentimiento que he
bautizado como "tristicidad"»
Arantza
Portabales / Deje su mensaje después de la señal.
La novela está muy bien
narrada. Tiene ritmo y es fácil para el lector involucrarse en las historias,
hacerlas suyas.
Hay pasajes muy bellos,
escritos con un lenguaje sencillo. Arantza Portabales ha sabido hilar fino y
plasmar con delicadeza momentos duros, tristes e incluso arrancar una sonrisa
en esos instantes.
«Pero
si al mirar tu muñeca piensas en Alicia, llamala. Llámala, porque, si no, te
morirás un día mientras sueñas que estás con ella sentado en un banco. Y eso
será lo más cerca que estés de la felicidad.»
Arantza Portabales / Deje su
mensaje después de la señal.
Contó Arantza, que en su próximo
libro va a cambiar totalmente de registro ya que se está escribiendo una novela negra que
espero que no tarde en salir a la luz ya que tengo ganas de leer más a esta
autora.
Los últimos capítulos
los leí en voz alta. Notaba la emoción en mi voz, un nudo en mi garganta. Me
costaba seguir pero no quería dejarlo. Quería terminar, saber como acababa y sin embargo me
daba pena hacerlo.
Al llegar al final me
detuve antes de leer el último párrafo y pensé que quizá algún día dejaría un
mensaje después de la señal del contestador de mi propio teléfono para que
alguien lo escuchara cuando yo ya no esté.
«Y, por último sí que me compensa estar aquí. Enseñar a los niños canciones en nuestro idioma. Pintar con mil lápices de colores mi futuro. Un futuro que, por vez primera, no parece dibujarse en blanco y negro. Se tiñe del naranja del atardecer en el desierto.»
Arantza Portabales / Deje su mensaje después de la señal.
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