Es temprano, el viento sopla con fuerza fuera y mueve las persianas. En
casa hace frío, la calefacción todavía no se ha encendido y mis dedos se
deslizan todavía con torpeza por el teclado.
Mi mente empieza a trabajar y recuerda con claridad los bonitos momentos
pasados hace dos días en “El Bosquecillo”, emblemático bar del centro de
Pamplona que recoge algunos de los eventos poéticos de la ciudad y que se ha
convertido en punto de encuentro de poetas y amigos. La poesía une, hermana, lo
hace el sonido de la voz, la belleza de los versos, la calidez de los
encuentros.
La velada del viernes por la tarde fue hermosa, llena de sentimiento y
cariño.
En esta ocasión, el motivo de la reunión fue la presentación del libro de
poemas Lucernarios de Julio González Alonso. El poeta
bilbaíno vino a compartir con nosotros unas horas y a deleitarnos con sus
bellos poemas.
Yo no le conocía y fue un placer hacerlo, tanto a él como a su obra de la
que nos habló con sencillez y cercanía.
El evento comenzó un poco más tarde de las siete y media. Teresa Ramos,
impecable maestra de ceremonias hizo una magnífica introducción. Nos presentó
al poeta. Habló de él. Lo definió como “activista poético” y “cervantino”. Las
palabras fluían mientras nuestros oídos las recogían con apremio, con interés,
no dejando escapar ninguna de ellas.
Dio paso a Pepa Agüera Sánchez, prologuista del libro y gran amiga de
Julio. Le dedicó unas bonitas palabras que llevaba escritas, según ella, para
no olvidar nada. Nos sacó una sonrisa.
Pepa nos habló del estilo depurado del poeta, del que dijo:
“Es un escritor como los de antes pero de ahora”.
Me encantó esa frase.
Quise saber más.
El resto también.
Apuntó que habitualmente se piensa que la poesía es minoritaria. Sin
embargo, para ella es algo que conecta con todo.
-“Su poesía es exquisita”, -dijo. Me gustó esa palabra.
Más tarde, cuando él recitó alguno de los poemas, comprobé la certeza de
las palabras de ella.
Dio paso a Julio. Un sonoro aplauso le recibió. Uno más de esos momentos
mágicos y cercanos.
Sonriente, agradeció la asistencia, las palabras de Teresa y las de Pepa.
Agradeció el cariño que percibía y nos instó a leer el prólogo. Sin él, el
libro no sería tan bueno, comentó.
Nos aclaró que era un libro de poemas, no un poemario y nos contó que
anteriormente sí había escrito un poemario: Testimonio de la
desnudez, que había sido galardonado con el premio de poesía “treciembre” en
2015.
En su último libro recorre un abanico de temas. Según sus propias palabras,
ha “pretendido que fuera entretenido”.
Lucernarios está dividido en cinco
partes. Cada una es un aspecto de la vida.
Primera: “Más cerca de lo humano. Poemas que nos conectan con aspectos
humanos, conflictos alrededor de lo cotidiano, con la muerte.
Segunda: “Confusiones”, Julio recoge las preguntas sobre las cosas que
ocurren en la vida y que a menudo no tienen respuesta. Apunta su proximidad con
la filosofía.
Tercera: “En horas de amor y desamor”. Aquí tienen cabida esos versos
dedicados al amor y también al desamor, porque en la vida hay de todo y todo debe
de ser contado.
Cuarta: “La luz de las ciudades”. En este capítulo describe a través de sus
poemas cómo ve él diferentes ciudades, haciendo alusión también a sus
habitantes.
Quinta: “Los designios”, donde recoge la poesía más clásica. Repasa mitos
como “Teseo” y habla de Alejandría, El Imperio Romano…
Nos habló sobre el título del libro. Dijo que “alude al concepto de
poesía”. Ha pretendido que sea una metáfora de las creaciones literarias.
Quería que cada poema fuera como una ventana abierta a la luz para comprender
las sombras.
En la vida hay luz y sombras, todas tienen importancia, todas deber de ser
contadas.
Dijo una frase que me gustó mucho y me hizo reflexionar también:
“La mucha luz es como la mucha sombra, no deja ver”.
A continuación, declamó unos poemas.
Antes de hacerlo, se puso su sombrero.
-“Es un ritual”, comentó.
Elegante en el porte, en su manera de escribir y en su forma de declamar.
Preguntó cuánto tiempo le quedaba. Nadie quería hablar de tiempo.
Hubiéramos estado escuchándole horas y nos habrían parecido minutos.
Tras su intervención, se dio paso al micrófono abierto.
Como siempre, la presentación de Mikel fue extraordinaria. Nos dedicó a
cada poeta, en cada introducción unas palabras bonitas, cercanas.
Hizo alusión a los ventanales de “El Bosquecillo”: “Estos ventanales son ya
sinónimo de poesía”.
Tenía razón. Esos ventanales se han convertido ya en parte nuestra, de
nuestros poemas, de nuestra amistad, porque en definitiva la velada del viernes
fue una reunión de amigos, unidos por el amor a la poesía.
Y uno a uno fuimos declamando nuestros poemas, desgranando nuestros versos.
Dejamos allí un pedacito de nosotros. Y esos pedacitos formaron el todo que
convirtió la velada en algo especial y diferente.
Como siempre.
Como nunca.
Julio escuchaba atento.
Cuando le tocó el turno a Teresa, nos sorprendió cantando. Era un
pequeño homenaje al autor bilbaíno, ya que según contó, cuando fue a Noches
poéticas de Bilbao, los versos de la velada estuvieron acompañados de
música. Fue un detalle muy bonito que él agradeció sinceramente.
Para terminar Julio recitó un poema más y nos agradeció la presencia y el
cariño que le habíamos mostramos a lo largo de la tarde. Nosotros hicimos lo
mismo en forma de aplauso.
Y como punto final, una foto, esa imagen que dejará constancia de esa velada,
como no, con los ventanales a nuestra espalda.
No dejas de sorprendernos con el relato de literatura en directo. Debe haber sido emocionante. Gracias Arantxa por narrarnos este evento y felicidades al poeta y a los presentes. ¡Viva el arte!
ResponderEliminarArantxa, la naturalidad de tu lenguaje realza la belleza de cuanto has recogido en tu artículo, con cariño, con mimo, como se miran las cosas que quieres. Tremendamente observadora, has percibido la emoción agradecida que ahora también me acompaña. Muchas gracias por todo, por ser como eres y por todas estas palabras que me regalas generosamente. Un abrazo. Salud.
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